jueves, 14 de octubre de 2010
2º Encuentro Comités de Base - Declaración final
Vertiente Artiguista / Aporte—Autocrítica
AUTOCRÍTICA Y RENOVACIÓN DEL FRENTE AMPLIO
Aporte de la Vertiente Artiguista al proceso de elaboración,
balance y perspectiva de la fuerza política[1]
I. Por el camino de la autocrítica y el compromiso frenteamplista
Con las elecciones de mayo ha culminado el extenso ciclo electoral uruguayo, iniciado tempranamente en 2008. El balance primario de este período, con los logros alcanzados y las frustraciones vividas, ha mostrado resultados contrastantes y hasta contradictorios y deja un sabor agridulce en la militancia y en el pueblo frenteamplista.
Los frenteamplistas y en particular los vertientistas nos hemos comprometido a realizar un análisis profundo y autocrítico de lo actuado y de los resultados obtenidos. No se trata de seguidismo sino de autocrítica profunda.
El impacto fue grande. Por una parte, luego del gobierno llevado adelante desde 2005, evaluado como de los mejores gobiernos de las últimas décadas, no logramos superar el resultado de octubre de 2004 y por ende no pudimos alcanzar el Gobierno Nacional en octubre de 2009, debiendo llegar al mismo a través del balotaje de noviembre. En mayo de 2010 sorprendió la pérdida de los gobiernos departamentales en Salto, Paysandú, Florida y Treinta y Tres, así como el registro de un inédito “voto protesta” anulado o en blanco de decenas de miles de ciudadanos en Montevideo y Canelones. Está claro que como fuerza política no pudimos prever ni calibrar ni detectar la magnitud del descontento ni tampoco supimos canalizar el mismo en respuestas efectivas de cambio hacia la interna
En la coyuntura actual no podemos soslayar un análisis crítico y por sobre todo autocrítico que culmine en respuestas políticas a problemas que tienen una naturaleza profundamente política: es necesario cambiar lo que sea necesario cambiar y renovar lo que sea necesario renovar, con el desafío simultáneo de no producir más daños en el camino, de crecer en unidad y de crecer en fortaleza política y no afectar al gobierno.
Es necesario responder a lo fundamental: a los resultados y a los factores estructurales explicativos de los mismos. Y no quedarse sólo en ello: debemos construir la agenda de los cambios en profundidad. Para ello se requiere producir credibilidad con medidas efectivas de cambio: reales, creíbles y visibles.
Los porqués de los resultados electorales nacionales negativos
Ésta es la primera cuestión que debemos plantearnos.
Distintas causas incidieron en los resultados del Frente Amplio a nivel nacional. Destacamos entre ellas:
Las carencias de comunicación desde el gobierno nacional respecto a los fundamentos político ideológicos que permitieran asumir los contenidos que fundamentaban las distintas medidas del gobierno.
Las diferencias surgidas en torno a la aplicación del algunos aspectos emblemáticos del programa dentro del gobierno.
La pérdida por parte de la fuerza política (el Frente Amplio) de la capacidad de accionar políticamente de cara a la sociedad.
El debilitamiento al interior del Frente Amplio de la voluntad de buscar acuerdos que permitieran superar situaciones que se manifestaron tanto en el Congreso de 2007, con la elección del Presidente del Frente Amplio; como en el Congreso del Frente Amplio para la definición de las candidaturas a Presidente y Vicepresidente de la República.
La valoración de los intereses sectoriales sobre los intereses colectivos en aspectos tales como la toma de decisiones electorales, el uso particular de referencias colectivas que hacen a la identidad del conjunto del Frente Amplio, y el desarrollo de una lógica de bloques, debilitaron el principal capital del Frente Amplio que es su unidad de acción. Ello afectó la capacidad de acumulación y movilización de la fuerza política, desmotivando a un gran número de frenteamplistas que vieron en la expresión de esas diferencias o en las disputas por las responsabilidades de gobierno, peligrosos síntomas de tradicionalización de la izquierda.
Los efectos electorales de la polarización política en las departamentales.
En las elecciones departamentales de mayo de 2010, a su vez, al menos tres factores estuvieron presentes, impactando de distinta manera en los diferentes lugares: la instalación o consolidación de la polarización o “balotaje departamental” de hecho, la percepción ciudadana crítica de los problemas de gestión en algún departamento y la debilidad del accionar y de la propuesta electoral de la fuerza política.
En relación con la primera cuestión cabe hacer distintas consideraciones que nos permitan ver la realidad y evitar incurrir en generalizaciones fáciles:
Como tendencia electoral de alcance nacional entre 2005 y 2010 se registra una relativa baja del Frente Amplio (equivalente al voto en blanco), pero la suma de los Partidos Tradicionales no varía mucho entre municipales. No está demás recordar, por otra parte, que en 2009 el gran derrotado fue el Partido Nacional.
Sin embargo, en el interior del país el “balotaje departamental” de hecho, se mantuvo o instaló ahora en algunos departamentos en donde somos, hemos sido o podemos ser gobierno; ello constituyó un elemento decisivo en la derrota en varios departamentos, a lo que debemos sumar los errores en que incurrimos como fuerza política.
En las elecciones departamentales de 2005, en algunos lugares los partidos tradicionales no nos vieron venir ni supieron anticiparse a nuestra victoria. Ahora sí.
El efecto de la polarización, por su parte, no fue el mismo en todos los departamentos.
La polarización favoreció al Frente Amplio en Artigas, en donde se consolidó. En Maldonado, ya se había instalado en 2005 y ahora en 2010 el Frente aumentó la ventaja sobre el Partido Nacional (a la vez que se registró cierto crecimiento del Partido Colorado).
En Rocha, el gobierno mantuvo la mayoría con aumento de la ventaja para el Frente sobre el Partido Nacional, que decreció al igual que el Partido Colorado.
La polarización jugó a favor del Partido Colorado en Salto, con transferencia de votos del Partido Nacional, y en contra del Frente Amplio. Y operó a favor del Partido Nacional en Florida, donde creció poco el Frente Amplio, creció el Partido Nacional y decreció el Partido Colorado.
En Paysandú crecieron el Partido Colorado y Partido Nacional y decrecimos nosotros.
En Río Negro decreció el Frente Amplio y el Partido Nacional y creció el Partido Colorado.
En Treinta y Tres, la polarización ya estaba instalada en 2005, producto de una interna dentro del Partido Nacional que lo debilitó electoralmente. En 2010, decreció el Partido Colorado, recompuso el Partido Nacional y la polarización lo favoreció, decreciendo el Frente Amplio.
Respecto del 2005 en Florida y Salto se mantuvo la votación en términos porcentuales, en cambio en Paysandú, Treinta y Tres y Río Negro, la votación cayó algunos puntos.
Las explicaciones principales de los malos resultados (nacionales y en parte departamentales) debemos encontrarlas en la crisis de la fuerza política
Nos quedamos cortos si sólo analizamos los factores de la derrota o los retrocesos exclusivamente en las elecciones de octubre y mayo y no calamos en las cuestiones de fondo. Porque estamos frente a una crisis de la fuerza política que se arrastra desde hace mucho tiempo.
El Frente Amplio, como fuerza política y como movimiento societario con fuerte arraigo cultural, es el resultado de un largo proceso de acumulación histórica del pueblo uruguayo y de sus organizaciones políticas y sociales a lo largo del siglo XX. El Frente no es la sumatoria de sus partidos y sectores más su estructura común. Tampoco es su orgánica, ni sus líderes y dirigentes, ni sus equipos de gobierno, ni sus bancadas legislativas. Tampoco es la suma de todo esto más sus símbolos y tradiciones. El Frente es una realidad compleja, una identidad política, que incluye todo eso y mucho más y es patrimonio de todo el pueblo frenteamplista.
En esta segunda década del siglo XXI, el Frente sigue siendo una realidad política tan vigente como compleja, coalición y movimiento, pero no a la manera de 1971 ni de 1984, sino bajo formas y realidades muy diferentes y cambiantes, propias de una sociedad, como la uruguaya, que está en un acelerado proceso de cambios.
El Frente Amplio representa el único proyecto de país posible, pero está enfrentado a una crisis importante.
Ambas afirmaciones son ciertas. El Frente representa el proyecto nacional, popular y democrático y en él ha depositado la esperanza una mayoría muy importante de los uruguayos. Es la única fuerza política con capacidad de liderar un proceso de cambio progresista.
A pesar de que lo anterior es cierto, estamos en una crisis profunda como fuerza política. Que no empezó el año pasado, que no sólo se expresó en la elección departamental y municipal del 9 de mayo. Que no sólo empezó en los meses previos al Congreso de diciembre de 2008. Que se remonta a mucho antes de 2005.
En gran medida la crisis es el resultado de la inadecuación de la práctica y las acciones políticas a la realidad nacional y de una incomprensión de los cambios producidos en la misma. Esto ha debilitado su capacidad de interpretar y comprender la realidad y de incidir en ella.
Mientras el pueblo le ha confiado al Frente por dos períodos sucesivos la conducción del país y una mayoría parlamentaria, el Frente arriesga su capacidad de conducción y evidencia síntomas de un divorcio entre la sensibilidad del pueblo frenteamplista y las decisiones y señales de su expresión política (en sus variadas instancias: orgánicas comunes, sectoriales, voceros y referentes, etc.).
En numerosas situaciones y lugares el Frente Amplio ha estado tan alejado de sus propios gobiernos como del país y la sociedad. En otras situaciones el Frente Amplio ha respondido a la realidad y se ha identificado con su gobierno: como en la respuesta a la crisis económica, la emergencia social, el saneamiento ético del Estado o la lucha por los derechos humanos.
A pesar de sus debilidades el Frente no ha registrado una disputa real de su liderazgo como partido mayoritario en la escena política nacional. Los partidos tradicionales no articulan ni presentan alternativas, ni tienen un buen diagnóstico de la realidad nacional; no conocen al país actual ni sintonizan con el estado de ánimo de la gente. Ello no es casualidad: fracasó estrepitosamente en el país, la región y el mundo el modelo conservador que abrazaron, que se aplicó durante décadas y que condujo a los mayores desastres sociales, económicos, políticos y culturales de la historia contemporánea.
No obstante ello, a nivel departamental los Partidos Tradicionales lograron expresar su mayoría en departamentos que antes había ganado el Frente Amplio. Ya analizamos esta cuestión.
En el caso de Montevideo, el descenso de la votación del Frente es consecuencia más que nada del propio accionar del Frente y de cómo lo ha percibido la gente. En el departamento de Canelones se requiere de una explicación para el alto porcentaje de voto en blanco, muy probablemente vinculado con el descenso en algunos puntos del respaldo al Frente, respaldo que sin embargo continúa siendo excepcionalmente alto.
Paradojal circunstancia la de estos resultados departamentales, cuando se sale de un ciclo político y de gestión en el cual el Frente ha protagonizado un gobierno nacional exitoso y con alto respaldo y adhesión popular y varios gobiernos departamentales en las mismas circunstancias (algunos de los cuales se perdieron en la reciente elección).
La crisis del Frente Amplio no es atribuible a una cuestión orgánica. No es tanto una crisis de su estructura sino ante todo una crisis ideológica y política
Los problemas anteriormente descritos no obedecen a una única causa. No se deben principalmente a la decadencia y falta de funcionamiento de las estructuras comunes, ni al vaciamiento de los comités de base, ni a meros problemas funcionales de estructura alguna o aspectos de conducción personal o colectiva.
En distintas circunstancias los equipos de gobierno y otros ámbitos institucionales han estado programática y políticamente por delante del partido. En relación con el Frente Amplio ha sido evidente la carencia de nuevas reflexiones e ideas en la fuerza política, sumada a la creciente debilidad de los acuerdos que nos vinculan, a una baja calidad de elaboración partidaria y a una disolución notoria de la disciplina política.
El camino de superación no vendrá entonces de producir una nueva ingeniería institucional, por más creativa y necesaria que ésta sea, ni de la recomposición de equilibrios internos en cuerpos de dirección. Vendrá de la profundización del debate político y la gestación de acuerdos reales y profundos para la inserción en la sociedad y la renovación de la fuerza política.
Por supuesto que la debilidad de la orgánica incide y a su vez es consecuencia de lo anterior, pero ésta no recuperará vitalidad si no adquiere vida política interna y contenidos reales más allá de las instancias electorales recuperando la acción política permanente.
Las condiciones para la acción política generadas a partir de 2005 demandan respuestas nuevas.
Cuando el Frente asumió la responsabilidad de gobierno en la Intendencia en 1990, algunos temas teóricos como la “relación fuerza política-gobierno” o la “relación gobierno de izquierda-sindicatos” pasaron a tener una entidad real. Quince años después, en 2005, esta situación se vivió a escala nacional y en ocho departamentos.
Estas nuevas realidades, consolidadas en la elección de noviembre 2009 y con cinco gobiernos departamentales y decenas de municipales en 2010, definen un contexto muy diferente a las condiciones de los períodos anteriores (legislatura 1985-1990, y legislaturas entre 1990 y 2005).
Los centros de decisión política pasaron primero de la esfera partidaria a una esfera mixta, con peso creciente de la bancada parlamentaria; en una segunda instancia con una fuerte incidencia de los elencos de gobierno departamental de Montevideo y finalmente, a partir de 2005 en un marco complejo, en el cual la negociación en la bancada parlamentaria más la acción en el Poder Ejecutivo y muy en tercer lugar en los gobiernos departamentales, dejaron a un lado la incidencia de la estructura partidaria del Frente Amplio.
Estos procesos se fueron dando en paralelo al descenso de la participación y recomposición de las organizaciones sociales y gremiales, ámbitos de masas en los cuales tradicionalmente se formaron las sucesivas generaciones de militantes y dirigentes de izquierda. Actualmente, salvo el caso del movimiento sindical – en una medida muy importante gracias a las políticas públicas del primer gobierno progresista – en el que aún subsiste un tipo de práctica de esa naturaleza encuadrada en las nuevas condiciones, han prácticamente desaparecido otras formas organizativas y eso incide en forma determinante en la emergencia de recambios.
No es posible pensar que desde la “visibilidad” de ejercer posiciones de gobierno y gestión, políticas o tecnopolíticas, puedan emerger los nuevos elencos dirigentes con proyección de masas.
Crisis en la coalición, crisis en el movimiento.
A la crisis del movimiento (ausencia de dirección, debilidad creciente de estructuras comunes) se sobrepone, por primera vez, la crisis de la coalición. Hay códigos y formas de relacionamiento que se debilitaron o se rompieron en los últimos años. En las campañas 2009-2010 se rompieron reglas históricas en materia electoral, y en la distribución de responsabilidades en el gobierno otras tantas.
Como efecto o parte integrante de la reforma electoral de 1996, las formas de competencia evolucionaron rápidamente hacia la ruptura de la fraternidad interna e incluyeron la erradicación del criterio del consenso. A su vez, éste, muy útil para la acumulación política desde la oposición, se volvió difícil de mantener ejerciendo el gobierno. Y se ambientó la potenciación de las estructuras sectoriales tras tal o cual precandidato, en detrimento de las estructuras comunes.
A este proceso se le suma la estructuración interna de los sectores que se transforma en extremadamente débil y volátil, con migraciones de dirigentes y legisladores y lealtades poco estabilizadas. Esta nueva realidad genera una fuerte tensión y absorción de energía hacia la interna de la coalición y de los sectores. Estos sectores se vuelcan cada vez más a formatos de subcoaliciones y acuerdos inestables de dirigentes, sin una base política sólida en común y con un déficit en su democracia interna, con una importante disputa de posiciones de poder. Estas tensiones se registran desde los ámbitos departamentales y locales hasta la escena nacional y generan un debilitamiento general de las posiciones políticas.
En este escenario ganan peso de opinión como individualidades los gobernantes y líderes comunes o sectoriales; y éstos se expresan y confrontan posiciones tanto en los organismos como en los medios de comunicación.
La debilidad y la vulnerabilidad del Frente Amplio como fuerza política quedó al desnudo
Para que se valorice y se capitalice en términos políticos y electorales lo hecho en el gobierno se necesita una fuerza política fuerte, con una dirección unida y que emita mensajes claros y no enfrentada o divorciada de su gobierno y también del pueblo.
La debilidad y la ausencia de liderazgo a lo largo de todo el período 2005-2010 de la fuerza política fue evidente a todos los niveles: en la debilidad de la unidad para la acción; en el casi inexistente trabajo de inserción social, en merma de la convicción de nuestros militantes, en la poca capacidad de comunicación, en la falta de fuerza de la conducción o en la no selección de referentes. Cuando no estaban presentes los grandes liderazgos quedaron al desnudo las debilidades y se manifestó el fraccionalismo. A nivel departamental, en algunos casos no teníamos liderazgos locales o cuando emergían de forma ciega los bloqueamos.
En particular las campañas hacia mayo de 2010 fueron inusualmente débiles y malas, tanto en la selección (método o nombres) de candidatos a intendentes o alcaldes en muchos lugares, aspecto en el cual también incidieron las pluricandidaturas de modo muy negativo; como en la distribución de los recursos o en la publicidad, salvo excepciones contadas.
Así como en las internas y en la campaña hacia octubre, en mayo predominó un sectorialismo extremo y en algunos departamentos agravado en el marco de pluricandidaturas artificiales (que primó sobre la voluntad de acuerdo, o para ahorrar problemas internos). En muchos casos estas candidaturas disputaban fundamentalmente el voto entre los frenteamplistas y no con nuestros adversarios.
No hubo señales claras ni directivas de voto fundamentadas, en particular en la cuestión de los gobiernos municipales, mientras que sí hubo abundantes y acertadas directivas de voto por parte de nuestros adversarios. Por otra parte, el creciente cansancio y hartazgo popular con el ciclo electoral impactó en el dinamismo político global y afectó también a la izquierda, de una manera hasta ahora desconocida. La frialdad de las campañas, especial pero no únicamente en Montevideo, es una muestra de estos efectos que no debemos desatender.
Los problemas de gestión a nivel de gobierno y de vínculo de los gobiernos departamentales con el gobierno nacional y la fuerza política
La protesta electoral fundamentada por problemas asociados con la gestión probablemente nos afectó en algunos departamentos –como en Montevideo por la visibilidad de la cuestión de la limpieza y su conjunción con múltiples factores- o en ciertas poblaciones del interior de los departamentos.
También –y esto es para destacar- nos afectó la conjunción de ejemplos de buena o muy buena gestión con poca o mala acción política. No expandimos la base social y territorial en la mayor parte de los lugares. No hicimos siempre política desde el gobierno, y con alguna excepción aislada, tampoco desde la fuerza política, desde la cual en algunos casos se emitieron permanentemente mensajes críticos y negativos.
También debemos registrar la persistencia de nuestra falta de aptitud para resolver distintas situaciones. Por años, la idoneidad técnica y política para ocupar cargos de gobierno y administración -no electivos por el voto ciudadano-, fue nuestro emblema, pero al momento de seleccionar responsables este criterio no siempre ha primado. Por otra parte, nunca se había esgrimido como argumento el respaldo electoral para reclamar responsabilidades, lo que a su vez ambienta que los sectores y compañeros demanden lugares en función de dicha lógica, y origina distintos malestares porque no se logra identificar la justificación de ciertas designaciones
Como producto de todo ello, en algunos departamentos la gestión quedó en manos de quienes fueron designados, ya fuera representando a ministerios o al gobierno departamental, y la tarea se desarrolló con énfasis personales o sectoriales más que por decisiones colectivas vinculadas al conjunto del gobierno y a la fuerza política.
En su conjunto y promedialmente nuestros gobiernos a nivel departamental fueron buenos, y en algunos casos excepcionalmente buenos, pero debimos aprender que así como los malos gobiernos suelen terminar inevitablemente en derrotas, los buenos gobiernos no necesariamente traen por sí victorias electorales y respaldos populares mayoritarios.
Esta realidad es aún más evidente en sociedades fracturadas en el campo político y cultural en dos bloques político-programáticos con pesos equivalentes. Es por ello preciso aunar la buena gestión con acción política, movilización social y cambio cultural para que la gente sea parte y se apropie de los procesos de cambios e identifique políticamente a las fuerzas que los lideran.
También aprendimos que se debe enfrentar el corporativismo y mostrar sentido de los límites y de capacidad de ejercer la autoridad. No hicimos una acción congruente para avanzar en la Reforma del Estado en profundidad (incluida la descentralización y la creación del tercer nivel de gobierno, en lo que hubo dudas y retrocesos) ni enfrentamos el corporativismo con la decisión que correspondía, en particular en algunos episodios en la capital del país.
Tampoco supimos combinar la acción gobierno nacional y gobiernos departamentales. Los gobiernos departamentales de los Partidos Tradicionales supieron aprovechar y lucirse con los recursos provenientes del Gobierno Central, que en general presentaron como logros propios en sus campañas políticas locales, lo que no siempre se logró mostrar desde nuestros propios gobiernos. A su vez, a nivel nacional no se exigió en forma efectiva contrapartidas de buena gestión a los gobiernos departamentales para obtener dichos recursos. La lección aprendida es que no se pueden desarrollar políticas nacionales en forma administrativa.
Tampoco supimos, en algunos departamentos, combinar políticas sociales, culturales y de ciudadanía, en las que sin duda somos fuertes e innovadores, con el denominado “ABC” de la gestión local (alumbrado, barrido-limpieza y caminería-vialidad, etc.)
Por otra parte, también comprendimos, una vez más, algo que siempre supimos: que es preciso atender las particularidades, a la especificidad y la diversidad cultural de lo local.
El tercer nivel de gobierno nos va a obligar en lo inmediato a ir a lo profundo. Necesitamos más descentralización y no menos descentralización, lo cual conlleva un enorme desafío en el actual período. Lo que quiere decir que en términos electorales se necesita promoción y apertura a nuevos candidatos y propuestas políticas.
II. Construyamos las respuestas entre todos
El Uruguay y el Frente Amplio viven momentos de cambios, no exentos de problemas, de discusiones pendientes y de facetas críticas y autocríticas. Como aporte al debate necesario, la Vertiente Artiguista, desde su profunda identidad frenteamplista, entiende necesario plantear en esta instancia al país y a los compañeros y compañeras frenteamplistas en particular su visión de la actual coyuntura y también su visión de cómo se deberá transitar las próximas etapas.
Como los problemas que detectamos y sufrimos son de carácter político y fundamentalmente obedecen a nuestros propios errores, carencias y limitaciones, estamos convencidos que se necesitará alcanzar un nuevo acuerdo político sobre la base de dos ejes centrales: por una parte profundizar y diversificar el vínculo de la fuerza política con la sociedad y por otra avanzar decisivamente en la renovación de la propia fuerza política. Pero nada de ello será posible sin poner arriba de la mesa de discusión los rasgos sustantivos del proyecto común, sin eludir los aspectos ideológicos y políticos, con una visión estratégica y con la voluntad de una actualización programática impostergable.
Luchar por la hegemonía como meta de largo plazo.
No queremos eludir los temas duros o complejos de enfrentar.
Durante los cinco años del primer gobierno frenteamplista no disputamos sistemática y explícitamente la hegemonía, ni a nivel nacional ni departamental: esta limitación, muchas veces autoimpuesta es visible desde los contenidos y la agenda del discurso político a la incidencia del mismo en los sistemas de comunicación.
Al Frente Amplio le cuesta muchísimo comprender e integrar los problemas nuevos, también le es muy difícil entender e involucrarse en los grandes programas de transformación de la sociedad impulsados desde instancias de gobierno.
El mundo ha cambiado. Con la honda crisis del capitalismo se está construyendo aceleradamente una nueva geografía del poder mundial y regional, emergen nuevas demandas individuales o grupales en un mundo en el cual prima la ideología consumista, se profundiza la fragmentación social y la violencia en gran parte del planeta, se fortalecen nuevos –o ya existentes- actores internacionales, nacionales o locales, las nuevas agendas ambientales, educativas y del conocimiento, de seguridad y de comunicación, de derechos y de relaciones de poder, de valores y formas de vida, las nuevas percepciones de la equidad, la solidaridad o la libertad.
En este contexto es responsabilidad de quienes nos definimos de izquierda comprender la realidad y desarrollar una mirada, estrategias y políticas de largo aliento. La renovación y la actualización programática deberán responder a esta realidad y en ese proceso deben involucrar en la discusión a la militancia y al pueblo frenteamplista.
10 propuestas de la Vertiente Artiguista para cambiar el Frente y al país
1.- Promover un amplio debate sobre la renovación y el fortalecimiento del Frente Amplio. Construcción de una agenda de los cambios necesarios
El Frente debe iniciar un profundo debate y análisis político. Consideramos que como actitud básica en esta etapa de análisis y discusión es necesario construir, entre todos, una agenda de cambios para la actualización y la renovación de nuestro Frente Amplio y en particular para promover la mayor participación del pueblo frenteamplista en la vida interna y en las decisiones fundamentales de nuestra fuerza política.
No se trata solamente de percibir síntomas y de diagnosticar problemas. Se trata de impulsar aquellos cambios imprescindibles a través de un involucramiento colectivo del pueblo frenteamplista y con agudo sentido autocrítico.
Creemos que las señales que el pueblo frenteamplista y la ciudadanía toda han dado han sido suficientemente elocuentes y que, por consiguiente, ahora de lo que se trata es de actuar.
Esta agenda para los cambios deberá ser la consecuencia de una elaboración plural y colectiva; no la deberán construir exclusivamente los referentes, los grupos y organizaciones de la izquierda, sino que deberá emerger de un profundo diálogo con la sociedad y en especial con aquellos sectores que históricamente han sido y siguen siendo la base social del proyecto frenteamplista, aún desde el malestar y la protesta.
2.- Reafirmar la pertenencia, la ética y la mística frenteamplista
Las organizaciones políticas, sobre todo las de izquierda deben seguir siendo organizaciones de ciudadanos y ciudadanas.
Su identidad está sustentada en fuertes compromisos ideológicos y valores éticos relacionados con compromisos de vida, cuya vigencia debe ser permanentemente renovada.
Es muy grande el riesgo que se corre cuando se está frente a la posibilidad de desviaciones en los fines y los motivos de la acción colectiva y las organizaciones se constituyen en agrupaciones de profesionales de la política. Éstas revierten en problemas que son aún más grandes cuando se produce una asociación del elenco político profesional con la organización política y del partido con el gobierno.
Algunos de estos síntomas se vienen manifestando desde largo tiempo atrás, pero el fenómeno inducido por el acceso al nivel del gobierno nacional y de los gobiernos departamentales y locales, sumado a la permanencia y continuidad en los mismos y las realidades parlamentarias pueden determinar no sólo el vaciamiento de la fuerza política y su subsumisión en los niveles de gobierno y gestión sino además una pérdida de objetivos políticos y una aberración profunda en cuanto a la motivación por la cual se trabaja en política y cambios fundamentales en cómo se vive la motivación por la acción política.
En el Uruguay de hoy, la organización política por excelencia del pueblo para la acción política permanente es el Frente Amplio. Esta convicción no es contradictoria con las constataciones acerca de la decadencia del funcionamiento interno, los problemas de dirección o la ausencia de línea política o la debilidad del pensamiento programático. Señala que la vigencia y la fortaleza real en términos políticos de los “sectores” (partidos, movimientos, subcoaliciones, listas, etc.) está asociada con el destino y la vigencia del proyecto común del Frente Amplio.
Por eso es necesario hacer un enérgico esfuerzo por volver a dotar de contenido ciudadano y energía militante al Frente como tal y a sus organizaciones con una fuerte impronta ética y altruista.
Sólo con una amplia participación ciudadana, con más gente sintiéndose parte y decidiendo, se podrá alejar de algunas de las prácticas más nocivas y desestructuradoras de la acción política como lo son la lucha de aparatos, la primacía de proyectos grupales o personales o la irrelevancia programática.
La necesaria renovación anímica y política del Frente deberá ser consecuencia de la autocrítica y de la voluntad de renovar, impulsando la más amplia participación del pueblo frenteamplista tanto en el debate como en las decisiones que se tomen.
3.- Enriquecer el proyecto estratégico de la izquierda y su expresión política en el Frente Amplio
Es necesario profundizar los cambios que propulsaremos, con sólidos fundamentos en el terreno ideológico y político. Con ese punto de vista, a nuestro juicio, en todos los aspectos de la vida social y en todas las escalas territoriales debemos luchar por la profundización de la democracia, por el desarrollo, la igualdad de oportunidades, el cambio cultural y la sustentabilidad económica, social y ambiental.
Éstas son hoy las líneas más importantes de la lucha por la hegemonía social, política y cultural en una perspectiva de izquierda en la lucha por los cambios progresistas en el país, en la región y en el mundo.
Sabemos que por largo tiempo coexistirán en nuestras sociedades empresas fundadas en el capital, Estados con proyección regional y articulación mundial, y sociedades civiles locales, regionales y mundiales. Estados que procuraremos sean fuertes, capaces de implementar políticas activas, conductores, reguladores, sociales y productores de bienes públicos. Sociedades civiles, que fomentaremos sean dinámicas, organizadas y progresistas, autónomas del Estado y del poder político y con capacidad de iniciativa.
A partir de los nuevos datos de la realidad regional e internacional, entre los cuales destacamos las crisis financieras recientes, la progresiva y persistente destrucción ecológica, el crecimiento y envejecimiento de las sociedades, la persistencia de los estigmas de la pobreza, marginalidad y exclusión, las agudas cuestiones de convivencia y seguridad, la emergencia de nuevas demandas individuales y grupales, y otras vulnerabilidades; con estos cambios se crean condiciones favorables para que el péndulo retorne hacia el progresismo por la vía de la jerarquización de las políticas públicas que atiendan las nuevas realidades y del fortalecimiento de la sociedad civil con similares objetivos.
También sabemos, quienes compartimos una identidad de izquierda, que esa coexistencia de actores comprende la potencialidad de cooperación en algunos terrenos y fuertes tensiones y conflictos en otros (cooperación dinámica y coexistencia contradictoria). En nuestro concepto, si la hegemonía es democrática y se desplaza hacia el Estado-sociedad, se avanza en la dirección de una sociedad más igualitaria y más libre. Como nuestro planteo es éste, no consideramos aceptable ni viable la denominada “humanización del capitalismo”.
No nos conformamos con un “crecimiento con equidad” que redistribuya algunos puntos del producto en lo social en tiempos de bonanza económica.
Nuestro objetivo es la redistribución de la riqueza y, en general, la democratización de las relaciones sociales, conscientes de que debe primar del interés general sobre el particular –individual, grupal o corporativo- y otorgarse la prioridad en favor de los más postergados, excluidos y discriminados. Asumiendo un proyecto de sociedad que supone un desplazamiento del poder hacia dichos sectores. utilizando formas de organización y expresión apropiadas y usando al estado como un instrumento privilegiado para la producción de valores públicos y para el empoderamiento de la sociedad.
Si el eje de las relaciones de poder se desplaza hacia la sociedad-Estado en el manejo, regulación o acceso, de los grandes bienes, activos y patrimonios colectivos (el ambiente y los recursos naturales, como el agua, los sistemas de salud, la educación y el acceso al conocimiento, la energía y las telecomunicaciones, la seguridad pública, etc.), y en las regulaciones de mercados claves, como los energéticos o financieros, por ese camino –en el mediano y largo plazos- las formaciones sociales humanas podrán evolucionar hacia nuevas democracias sociales con los perfiles y escala del siglo XXI, y no estar sometidas a la hegemonía cultural de las grandes corporaciones, centros de poder internacional
Es nuestra tarea avanzar en esa dirección, hasta tanto emerjan, por caminos que hoy no podemos avizorar, pero en la dirección por la que trabajamos, formas de producción y de organización de la vida humana más justa y sustitutivas de las actuales.
En esta línea de acción han procurado actuar los gobiernos progresistas con sus políticas públicas, aunque no siempre hayamos logrado conceptualizarlo así en nuestra militancia.
4.- Reconstruir, fortalecer y desarrollar la alianza social de los cambios –en el Uruguay y en la región-, y para ello las políticas públicas desde el gobierno, la acción política permanente y la inserción social de nuestra fuerza política.
El proyecto estratégico del Frente Amplio supone, para que sea viable, la reconstrucción, mantenimiento y desarrollo de una alianza social amplia: el bloque social de los cambios.
En esta línea de acumulación política y social ha actuado históricamente el Frente Amplio y cuando en ella se ha fortalecido ha sido exitoso.
Nuestros gobiernos -nacionales y departamentales, y desde julio de 2010, municipales- han privilegiado y privilegian acertadamente -en lo sustancial- los intereses de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos y de los trabajadores asalariados y han contemplado el conjunto de los intereses del bloque social de los cambios en su apuesta estratégica. No obstante ello no hemos trabajado suficientemente la apropiación de muchos de los logros y cambios en importantes sectores beneficiados, ni logrado la traducción de todo ello en mayores niveles de conciencia, compromiso e identificación con el proyecto.
Pero también han aparecido algunas heridas o fisuras en los últimos años, en particular en relación con algunos sectores medios que es preciso superar y suturar, recomponiendo y fortaleciendo la solidez de la alianza social que justifica y sostiene el proyecto frenteamplista.
Para el fortalecimiento del bloque social de los cambios y para encarar las luchas por el desarrollo y la hegemonía social y cultural de un proyecto progresista es preciso jerarquizar, en primer lugar, la evaluación crítica y la renovación de las políticas públicas que se implementan, lo que debe realizarse desde una mirada política y social, tanto a nivel nacional como local incluyendo en ella un análisis estratégico.
El Frente Amplio, sus gobiernos nacional y departamentales, tienen como desafío de futuro y como tareas pendientes alcanzar una real democratización de las políticas públicas a través del involucramiento en las mismas de las expresiones organizadas de la sociedad y de los ciudadanos y ciudadanas. Involucramiento y democratización que requieren además, un sustantivo esfuerzo en lo comunicacional.
5.- Fortalecer la inserción social y el trabajo local del Frente Amplio. Retomar el camino del diálogo con la sociedad apostando a los Municipios y a otros instrumentos y políticas.
Para asegurar la sustentabilidad de la propuesta política resulta clave, decisivo y relevante, fortalecer la inserción del Frente Amplio en la sociedad y su capacidad de acción política, tanto en el vínculo y respaldo a sus gobiernos como en la construcción de redes de participación y acción social que posibiliten y estimulen el desarrollo autónomo y el crecimiento político de los actores sociales del campo popular y la construcción plural de ciudadanías, reconociendo la diversidad de expresiones sociales y culturales.
Será necesario también impulsar el debate acerca del necesario despliegue de un buen discurso comunicativo de la izquierda y no sólo desde los ámbitos de gobierno ejecutivos o parlamentarios.
A su vez, el fortalecimiento y la proyección de la alianza para los cambios no podrá circunscribirse exclusivamente a la realidad del país sino que debe insertarse en los complejos y dinámicos procesos regionales y continentales de los cuales somos parte.
6.- Cultivar y preservar la regla de oro de la unidad de acción.
Para el proyecto frenteamplista la unidad de acción constituye una premisa estratégica fundamental, en tanto constituye una condición imprescindible para realizar el proyecto democrático de cambios sociales profundos, así como también una condición para preservar y desarrollar la identidad frenteamplista que le da fundamento.
En el pasado reciente, en varios episodios, hemos pagado un alto precio por no cultivar, preservar y respetar las reglas y valores de la unidad de acción política y por abrirle espacios a una suerte de “tradicionalización” de nuestro accionar político. Por todo ello resulta fundamental reafirmar y recuperar la voluntad de acuerdo político.
Más que problemas de diseño, organización y funcionamiento de la estructura política, el Frente Amplio se enfrenta a la necesidad de comprender y resolver sus problemas políticos.
El Frente padece de carencias en cuanto a actualizar y reformular los acuerdos fundamentales que le dan sentido.
El compromiso político fundacional debe ser interpretado en clave contemporánea, reafirmando, en el debate y la discusión de ideas, la cultura y la práctica política unitaria que nos hicieron fuertes, que nos han dado el liderazgo moral en la sociedad uruguaya, y que nos han convertido en una referencia a nivel internacional y permitido la acumulación histórica formidable de los últimos cincuenta años a nivel político y social.
7.- Fortalecer y proyectar al Frente Amplio como organización política, e impulsar la renovación generacional en la izquierda
A partir de lo expuesto en los puntos anteriores, queda claro que la clave para los cambios es el fortalecimiento del Frente Amplio como tal, en tanto es la mayor construcción política de la izquierda y del pueblo uruguayo en toda su historia. Éste fortalecimiento se deberá apoyar en dos pilares fundamentales: la profundización y elaboración colectiva del horizonte programático, de la utopía por la que luchamos; y la ampliación y consolidación de la base de sustentación de la participación del pueblo frenteamplista en la vida interna y de su expresión en los organismos de representación, así como también el fortalecimiento y la profundización de la discusión, amplia y transparente, de las grandes líneas y objetivos para los distintos niveles de gobierno y para la fuerza política, siempre respetando la unidad en la diversidad y aplicando la regla de oro de la unidad de acción.
Consideramos que es necesario fortalecer la participación en la vida interna, fortalecer el sentido de pertenencia de la base frenteamplista y ampliar y diversificar las bases de la representación de las estructuras intermedias y de dirección por caminos innovadores.
Por sobre todo, es conveniente involucrar en la base a los militantes y simpatizantes en la generación de redes y de diversas formas de integrarse al funcionamiento político y a la toma de decisiones.
Para ello es necesario ser creativos, abiertos e imaginativos en las propuestas e innovaciones a introducir en las formas orgánicas, al mismo tiempo que garantistas, para incorporar ámbitos de debate y elaboración política –con funcionamiento apoyado en las tecnologías de la información y las comunicaciones, pero también con la participación real, directa y presencial en instancias a definir y para evitar estructuras u ámbitos de ficción- en los ámbitos comunes de la estructura orgánica del Frente Amplio.
Como es evidente, este requerimiento garantista también se aplica a las estructuras ya tradicionales que sustentan el doble carácter de coalición y el movimiento de nuestro Frente.
A su vez, fortalecer de la fuerza política supone asumir decididamente el impulso a la participación de los jóvenes en su vida interna, en la construcción de la agenda y en la toma de decisiones.
El proyecto del Frente Amplio en tanto proyecto histórico de transformación nacional no es un proyecto de una sola generación. Asegurar la continuidad del proceso de cambios, y encarar la necesaria renovación de los nuevos contingentes de militantes y dirigentes que sean alternativa de la nueva derecha en proceso de gestación, es una de las tareas estratégicas más importantes de la etapa que debe asumirse como tal.
8.- Apelar a la consulta directa de los frenteamplistas en determinadas circunstancias y al plebiscito como forma de fortalecer el proceso de toma de decisiones.
Así como urge el fortalecimiento de la dirección política colectiva y el fortalecimiento y redimensionamiento de las estructuras comunes, también es necesaria la apertura al recurso del ejercicio de la democracia directa para definir cuestiones determinadas como fundamentales o bien aquellas que se bloquean en los organismos de la democracia de representación (a veces por requerir mayorías demasiado exigentes).
Desde este punto de vista entendemos que se debe instrumentar formas de consulta interna y usar el Plebiscito –con adhesión simultánea- para definir y laudar cuestiones controversiales no programáticas (candidaturas comunes, elección del Presidente de la fuerza política o pronunciamientos sobre opciones políticas de gran sensibilidad).
En las actuales circunstancias, correspondería evaluar el uso de este mecanismo para impulsar la participación de los frenteamplistas en aspectos que estarán en el debate en los próximos meses como la renovación de la Presidencia y para el respaldo de muchos de los cambios propuestos, en caso de que ellos logren los acuerdos internos necesarios.
9.- Desarrollo del pensamiento político, la elaboración programática y la formación política. La Fundación Líber Seregni y otros ámbitos.
Finalmente, se trata de alimentar el proyecto político con ideas y con acuerdos profundos sustentados en las mismas. Para ello es necesario contar con espacios y con instancias que permitan –más allá de la acción parlamentaria o de gobierno- estimular la discusión política y la elaboración programática.
Para ello, el Frente deberá realizar un esfuerzo específico, fortaleciendo ámbitos de pensamiento, debate y producción de ideas y propuestas programáticas.
Una de las estructuras de apoyo para los procesos de cambio que posee un potencial aún no desarrollado es la Fundación Líber Seregni. Visualizamos la posibilidad de su transformación a corto plazo en un verdadero centro de elaboración y debate de ideas, información y, fundamentalmente, formación de cuadros de la fuerza política para la acción política permanente en los distintos ámbitos de la sociedad y del gobierno.
En particular, es necesario que las grandes líneas que el gobierno implementa a través de distintos instrumentos y acciones sean debidamente analizadas, criticadas, explicadas, debatidas y comprendidas, para que los militantes y simpatizantes de todas los cortes generacionales y espacios territoriales y ámbitos sociales, y muy especialmente los jóvenes, puedan conocerlas, discutirlas, difundirlas, defenderlas y aportar a su enriquecimiento o superación.
En el marco de estas tareas, reviste valor estratégico el seguimiento y apoyo a las estructuras departamentales y locales, y muy en especial en los espacios de gobierno y de acción política en el interior del país, muchas veces librados a sus esfuerzos y posibilidades.
En el período próximo, deberá ser una prioridad de toda la estructura frenteamplista apoyar y coordinar tanto con quienes ejercen las responsabilidades de gobierno a nivel departamental o local en el interior, como a quienes ejercen similares responsabilidades desde la oposición en los restantes ámbitos territoriales.
10.- Defender y profundizar los logros del gobierno nacional y de los gobiernos departamentales y locales progresistas.
En los últimos 25 años, pero en particular desde que hemos asumido responsabilidades de gobierno primero en la Intendencia de Montevideo y luego en el país, los frenteamplistas hemos aprendido –no sin dificultades y conflictos- que realizar buenos gobiernos no implica automáticamente comprensión y aceptación ciudadana, y mucho menos determina un protagonismo ni apropiación colectiva de los cambios por parte de la gente. El realizar un buen gobierno es una condición necesaria, pero es no suficiente para el desarrollo del proyecto político. Tampoco asegura de por sí la obtención resultados electorales favorables en la elección siguiente, si no media para lograrlos la acción pública y político partidaria con capacidad para interpretar y comunicar a la sociedad la propuesta política y por sobre todo para continuar alimentando una perspectiva de cambio democrático.
La acción política permanente no es solamente una necesidad para el buen desempeño electoral sino la condición misma de existencia del proyecto frenteamplista. Su ausencia pone en riesgo todo el proyecto. Su actualización es una necesidad en clave del siglo XXI.
A modo de conclusión
¿Qué futuro tiene el Frente Amplio? El futuro depende de cuán profundos resulten los nuevos acuerdos políticos que se celebren.
Se está ante un debilitamiento del compromiso fundacional. Si se quiere avanzar, si se quiere proseguir un camino juntos, con elementos de unidad que vayan más allá de la sola acumulación electoral para alcanzar posiciones de gobierno, es necesario procesar un intercambio político profundo, visualizar al país real, sus problemas y alternativas, construir una lectura del mismo, un nuevo relato, y encontrar la forma de mantener una dinámica interna que combine debate político, fraternidad y unidad de acción.
Vertiente Artiguista
Montevideo, 31 de agosto de 2010
[1] Documento elaborado por la Directiva Nacional de cara al II Congreso de la Vertiente Artiguista “Mario Benedetti” a realizarse el 13 y 14 de noviembre de 2010.
RESOLUCIÓN DE LA 6TA CONFERENCIA DEL PVP / Aporte—Autocrítica
RESOLUCIÓN DE LA 6TA CONFERENCIA DEL PVP
30 de mayo de 2010
PROPUESTAS PARA UNA TRANSFORMACION EN EL FRENTE AMPLIO
1) Un debate necesario para generar transformaciones en el Frente Amplio.
Los resultados del 9 de mayo constituyen un cuestionamiento para el Frente Amplio. Este hecho reafirma la necesidad de un debate que ya era imprescindible. No se trata de un episodio limitado al ámbito departamental sino la culminación de todo un ciclo electoral, con fenómenos que vienen de mucho más atrás.
La pérdida de intendencias claves como Salto, Paysandú, Treinta y Tres y Florida; la reducción de la votación en Montevideo y Canelones; el porcentaje importante de votos en blanco y el descenso de la movilización política frentista a niveles históricamente inéditos, son hechos relevantes que requieren un análisis serio.
La escasa movilización frenteamplista tanto en las elecciones internas como en la campaña hacia octubre y noviembre deben formar parte del análisis. Hablamos de un problema que se ha venido agravando a lo largo de varios años y que se diferencia de fluctuaciones naturales que pueden existir.
La derrota del voto rosado dejó una fuerte disconformidad entre muchos militantes con relación al rol de las dirigencias en esa contienda.
Asumamos que después de 5 años de gobierno frenteamplista, con múltiples logros, el FA no obtuvo un respaldo electoral muy superior al 50%.
Hoy el Frente debe encarar la existencia de un malestar importante en sus propias bases sociales y electorales. Debemos enfrentar asimismo que no se ha logrado ampliar dichas bases sociales de manera sustantiva. Este malestar reconoce diversas causas que no pueden soslayarse.
Son motivos muy fuertes para generar una reflexión autocrítica, que debemos encarar tanto coalición como movimiento, hacia una reformulación de las estrategias de la fuerza política.
2) Una reflexión amplia y abierta a la sociedad. La amplitud de esta reflexión es una de las condiciones para su éxito y una señal clara hacia el conjunto de la sociedad. Todos los frenteamplistas y quienes se sientan convocados a aportar deben tener formas y ámbitos donde participar. El Frente Amplio recoge las esperanzas de justicia y libertad de todo un pueblo. Es con ese pueblo que debe dialogar para encontrar las claves para sostener y profundizar los cambios. No es un problema de organismos o de estructura. La orgánica del Frente habilita a convocar asambleas amplias donde intercambiar sobre todos los temas, y recoger las múltiples miradas que integran esa base social de las transformaciones. Existe la posibilidad de convocar plebiscitos y consultas directas. Debemos asignar a las instancias orgánicas estatutarias la responsabilidad de promover este debate utilizando al máximo las posibilidades democráticas que poseen. A través de diversos medios muchos frenteamplistas ya han gestado diálogos y expresado preocupaciones, críticas, propuestas. Todas ellas deben recogerse e incorporarse activamente en un proceso que culmine en orientaciones claras resueltas por las instancias orgánicas más amplias. La realización de un Encuentro de Comités de Base y especialmente de un Congreso Extraordinario son ámbitos fundamentales para que este proceso fructifique.
3) Dos grandes preguntas ordenadoras del debate. No le sirve al Frente ni al movimiento popular, un debate desorganizado, caótico. Por eso entendemos que hay dos interrogantes ordenadoras:
¿Cuáles deben ser los ejes de acción del Frente Amplio en el próximo período? ¿Cuáles son las formas de participación de los frenteamplistas que necesitamos?
La acción política del Frente Amplio es el centro de esta reflexión. Su vínculo con la población. Su rol propio en la escena nacional. No la discusión estatutaria ni la distribución de cuotas de poder entre sectores y respecto al movimiento.
4) La acción del Frente hacia la población puede tener varios ejes. Algunos ejemplos pueden clarificar nuestra propuesta. Nuestra sociedad fue golpeada en 2010 por más de 20 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas. ¿Por qué no pensar en una campaña contra la violencia dentro de nuestras familias? El sistema educativo se apresta a incorporar a padres y alumnos en comisiones de participación por centro educativo. ¿Por qué no impulsar una campaña con la idea fuerza : Los padres y abuelos, junto con los docentes y estudiantes enseñamos y aprendemos?. Los nuevos gobiernos municipales deberán elaborar un Plan de Desarrollo Municipal con amplia participación comunitaria. ¿Por qué no impulsar una campaña estimulando el involucramiento y la consulta más amplia a la población, incluyendo aquellos aspectos donde la adopción de conductas solidarias, integradoras, cuidadosas del medio ambiente, es una clave para la calidad de vida?. El gobierno nacional está elaborando su presupuesto quinquenal ¿Porqué no generar mecanismos de consulta a la población sobre las grandes prioridades en este tema?
Hablamos de líneas de acción que pongan el énfasis en la comunicación con las uruguayas y uruguayos, en el mano a mano, en las formas múltiples de participación. Con herramientas de difusión y propaganda, pero con formas de intercambio que cuestionen lacras que seguimos teniendo, que nos cuestionen como sociedad. La política frenteamplista nunca puede acotarse a los límites entre cuatro paredes. Hoy menos que nunca.
5) La participación como estrategia: Más protagonistas sociales en las políticas públicas. La participación ciudadana más amplia es una condición indispensable de las transformaciones. Por muchas razones. Pero sobre todo para llegar al corazón de la gente. Es una estrategia de acumulación de fuerzas, para vencer las resistencias y lograr los cambios estructurales, y un camino para afianzarlos. Hace también a los contenidos de dichos cambios, que incorporarán de manera más profunda las aspiraciones de la población. Al mismo la participación es una forma de cambiar a la propia sociedad, de rescatar sus procesos integradores y desmontar los dispositivos de exclusión y desigualdad que se reproducen en su interior. Muchas veces la gestión estatal aún con gobiernos frenteamplistas excluye esa participación amplia.
El fortalecimiento de sujetos sociales que intervengan en los problemas colectivos de la población, es un proceso determinante de las relaciones de poder. Forma parte de la batalla por desarrollar valores solidarios, integradores, socializadores y afianzarlos en contraposición con una sociedad fracturada, indiferente, temerosa, corporativizada, manipulada desde el poder. Contraposición que constituye una lucha ideológica sobre el tipo de sociedad que queremos para las próximas generaciones.
Un objetivo inmediato es mejorar las condiciones de vida de los más desposeídos y cada paso en ese sentido vale la pena y justifica todos los esfuerzos. Ningún argumento finalista puede invalidarlos.
Al mismo tiempo debemos tener presente en cada acción, la estrategia de fondo del Frente Amplio, cuyo eje es la aspiración de construir un entramado social distinto, participativo, democratizador.
Para muchos militantes de izquierda, entre quienes nos incluimos, en esas líneas estratégicas están nuestras convicciones socialistas.
6) Nuevas relaciones de poder en un país productivo con justicia social. La experiencia histórica demuestra que los ciclos económicos de este modelo de capitalismo dependiente han generado períodos de crecimiento económico y luego profundas crisis. En alguno de los periodos de crecimiento se ha incrementado el ingreso de los sectores populares, y luego las crisis han producido retrocesos de enorme magnitud, con efectos de empobrecimiento y desarticulación social que permanecen durante mucho tiempo. La crisis internacional del 2008-2009 es una excepción histórica a esta regla impuesta. Por primera vez la ocupación, el salario, o las jubilaciones no fueron las variables de ajuste, y pudo continuar descendiendo el desempleo, incrementando el salario real y las pasividades.
En la base de estos procesos están las relaciones de poder entre las distintas clases y fuerzas sociales. Por eso un objetivo central es construir un sistema democrático donde el bloque en el poder tenga una conformación sustancialmente distinta, donde las mayorías populares puedan avanzar en objetivos de justicia social y democratización. Coherente con un modelo de país que apueste al desarrollo en forma integral y sustentable.
La fuerza política Frente Amplio tiene un papel clave en el análisis de este proyecto de país productivo con justicia social y en el compromiso con su concreción.
7) Reformulación de la política como campo de prácticas ciudadanas. El Frente Amplio emprendió cambios en la salud con el SNIS, en el sistema impositivo a través de la Reforma tributaria, en las relaciones laborales con la negociación tripartita. El Plan de Equidad apunta a ser una nueva etapa hacia un Sistema de Protección Social permanente, superando la respuesta a la emergencia social.
Estamos en una nueva etapa. La conformación de la sociedad ha ido cambiando. Las formas de comunicación son distintas y siguen cambiando con gran velocidad. La globalización mediática y cultural forma parte insoslayable de la realidad actual, pero no es un mero dato, sino una relación de fuerzas con procesos contradictorios. Políticas como el Plan Ceibal han democratizado el acceso a internet y la utilización de medios informáticos de comunicación, de estudio, de información, de procesamiento de textos, de diseño, etc. Otras iniciativas como el Plan Cardales apuntan a generalizar aún más el acceso a esta tecnología para toda la población aún la más carenciada.
Hemos dado pasos en la democratización de espacios institucionales importantes, pero en muchos otros todavía tenemos grandes tareas pendientes.
Es hora de encarar la reformulación de la política como elemento sustancial del modelo de país que la izquierda levanta.
8) La forma de hacer política no ha sufrido grandes cambios. Vivimos una política envejecida donde cuesta innovar, tomar iniciativas , construir nuevos puentes y formas de participación.
Las desigualdades generacionales, de género y de raza siguen reproduciéndose. No se incorporan nuevos códigos, y sobre todo no se generan nuevas posibilidades para que construir otras formas de comunicación emancipadora, participativa.
La conformación masculina y avejentada de los elencos políticos sigue caracterizando las instancias de gobierno, los ámbitos legislativos, y las conducciones partidarias.
La política nacional no está, ni debe estar, reducida a los partidos políticos, aunque éstos tienen un papel clave e insustituible. No puede limitarse a los períodos electorales y luego entre una y otra elección circunscribirse al funcionamiento del aparato del Estado en manos de los representantes electos o designados solo por los partidos. Ese modelo de sistema político reproduce la marginación de las grandes mayorías populares del quehacer político.
9) El rol del Frente Amplio en la política uruguaya. El Frente Amplio transformó profundamente la política uruguaya. Fue construido en tiempos políticos duros, en pleno proceso de avance autoritario, sobrevivió a una sistemática represión que procuró hacerlo desaparecer. En lugar de desarticularse como otras muchas experiencias latinoamericanas, el Frente Amplio construyó un arraigo popular duradero y una identidad política propia, mayor a cada una de las corrientes o partidos que lo integran. Reconquistada la democracia fue incrementando su respaldo popular en cada instancia electoral.
Los comités de base fueron parte esencial de esta historia. El movimiento fue un componente constituyente de esta fuerza política, equilibró a la coalición y fue un factor de unidad del conjunto. Hicieron posible una organización común en cada barrio o localidad. Una práctica política organizada desde la gente en cada territorio.
La identidad de una fuerza como el Frente Amplio tiene sus raíces en la historia de las luchas, en los hombres y mujeres que dieron su vida para cambiar al país. Está cargada de dolores y alegrías, se expresa en figuras emblemáticas, y en la entrega de miles de obreros y estudiantes que resistieron el terrorismo de Estado. Hay que rescatar esa memoria, cuidarla, integrarla, desarrollarla social y culturalmente entre la población.
10) La acción política permanente y organizada desde los barrios. La continuidad de la lucha política, más allá de las coyunturas electorales, y su organización territorial, generaron un instrumento poderoso. Para los sectores populares significó la unidad construida desde muy diversos cauces. Esta herramienta política contribuyó decisivamente a construir liderazgos comunes que se proyectaron a nivel nacional. Desde este soporte organizativo y político se desarrollaron grandes movilizaciones populares. La movilización política fue durante muchos años la principal arma en manos de la izquierda. El arraigo en la juventud aseguró un crecimiento vegetativo pero sobre todo una vitalidad, un entusiasmo y una capacidad de respuesta que fueron una gran fortaleza del Frente.
11) ¿Qué hay que cambiar en el Frente Amplio? En nuestra concepción hay cuestiones que hacen a la estrategia del Frente como fuerza política, a su rol en la sociedad, al tipo de prácticas políticas a promover, y cuestiones que refieren a las formas de organización, de funcionamiento y de democracia interna. Estos temas involucran al conjunto de la fuerza política desde sus bases hasta su conducción y especialmente a ésta última por las responsabilidades que tiene. Los debates sobre estos puntos no son nuevos. Han atravesado la fuerza política desde hace años. Documentos importantes como el de relacionamiento entre fuerza política, gobierno y fuerzas sociales, reflejaron momentos de esta discusión. Hoy existe consenso –o casi– en la necesidad de fortalecer el rol de la fuerza política en la escena nacional en el próximo período. Sobre cómo hacerlo, cuales son los cambios a impulsar, hay diferentes concepciones y ese debate es de la mayor importancia para el Frente. Lo que todos percibimos es que el debilitamiento de la fuerza política, su marginación y desmovilización es una estrategia suicida. La escasa movilización frenteamplista hacia las elecciones internas y más aún en las departamentales, y en contraposición la energía desplegada por los partidos tradicionales, fueron una señal de alerta. Desde la izquierda fue la campaña por la anulación de la ley de caducidad quién generó una movilización masiva de jóvenes, que llenaron de rosado la ciudad. Desmintieron así las teorías sobre el agotamiento de los grandes temas éticos en las nuevas generaciones y la instauración definitiva de una época de motivaciones minimalistas o individualistas. La subestimación de los temas ideológicos y la apelación sistemática al pragmatismo, no es la adaptación de la política a la modernidad sino un sesgo particular que debilita la acción política de masas. La responsabilidad de la conducción política sobre la desmovilización aparece más clara. Sin desconocer los cambios culturales, comunicacionales, sociales. Antes al contrario colocando en el centro de la consideración la marginación política de los jóvenes, la falta de iniciativas y propuestas convocantes, la ausencia de creatividad en los medios, el achatamiento de los espacios políticos.
Cuando la política aparece centrada en la administración del Estado su capacidad de entusiasmar y comprometer se reduce cada vez más.
12) Frente Amplio y gobierno: un vínculo a transformar. Está en cuestión el modelo de vinculación entre la fuerza política y el gobierno que se impuso desde hace años: la idea de una fuerza política prescindible que no juega un rol protagónico propio. Está implícita aquí una concepción donde el actor de los cambios es el gobierno. La política se reduce a apoyar lo que hace el gobierno. O por el contrario a fiscalizarlo. Sin duda, es necesario que la fuerza política pueda discutir las grandes opciones, las encrucijadas, los lineamientos fundamentales de la acción del gobierno. Eso ha faltado en este período y cuando se dio fue por exigencia de los comités de base y coordinadoras. Pero tampoco es posible y conveniente que el “partido” interfiera con la labor de gobierno, ambas instancias fuerza política y gobierno tienen roles y tiempos diferentes. Lo que falta claramente es una concepción que parta del rol propio de la fuerza política y que imprima dinamismo e iniciativa a su acción hacia la población.
¿Qué campaña impulsó la conducción del FA en los últimos cinco años? ¿En torno a qué banderas éticas, sociales, culturales o políticas convocó a los frenteamplistas para movilizarse, para llegar a la población y ganarla para un rol ciudadano activo? ¿Cómo encaró el problema del vaciamiento de los comités de base, sin desestimar a los miles de militantes que sostienen su funcionamiento? ¿Qué formas nuevas de comunicación y participación se abrieron? ¿Cómo se buscó generar espacios a los jóvenes para dinamizar la participación política en la sociedad?
13) Banderazos, redes y partidos. La movilización en torno a la bandera del Frente fue un elemento central de la reciente campaña electoral. La apelación a un símbolo común, a la adhesión emotiva, a la identidad frenteamplista, fue la convocatoria más eficaz. También se produjo el hecho de que esa movilización fue una iniciativa gestada desde ámbitos no formales, independientes de la orgánica común o sectorial. La creación de redes con sustento en amplios vínculos a través de mecanismos informáticos es un hecho muy positivo, que muestra la necesidad de abrir canales diversos de información, de intercambio, de convocatoria. Ponen sobre la mesa una cuestión que ya es insoslayable: la necesidad de innovar y diversificar la comunicación y la participación. Sería un grave error contraponerlos a la militancia en los comités de base. También lo sería considerarlos un peligro para la estructura orgánica, y desvalorizar el potencial que expresan estas nuevas formas de vinculación y accionar . Por el contrario constituyen una experiencia interesante para integrar en este debate que nos debemos como izquierda.
14) Los comités de base y las coordinadoras como columna fundamental. Los miles de militantes que han sostenido el funcionamiento de comités, coordinadoras y departamentales, son una columna fundamental para una perspectiva movilizadora en el Frente. La existencia de reuniones, asambleas, charlas y debates siguen siendo herramientas útiles para la consideración de los temas políticos y también para promover iniciativas hacia la población. Para ello es preciso desterrar el internismo que restringe entre cuatro paredes los vínculos con la gente. Exigir información y debate es imprescindible para la democracia interna, y para hacer política hacia afuera. La dinámica de funcionamiento que se ordena en forma vertical por sucesivos informes “que bajan” desde los organismos de dirección, donde los temas estratégicos se mezclan con cuestiones puntuales, conlleva implícitamente un rol receptor, pasivo de las instancias orgánicas.
Otras preguntas pueden ser ordenadoras del funcionamiento:
¿Cuál es la acción política que nos planteamos? ¿Qué información y qué medios de difusión requerimos para desarrollarla? ¿Cómo escuchamos, involucramos y movilizamos a sectores cada vez más amplios?
15) La democracia interna de la fuerza política. No hay forma de construir un Frente Amplio fuerte, protagonista activo de la escena nacional, sin una democracia interna que incluya al conjunto de sus adherentes. No se puede esperar que los frenteamplistas vayan a responder cuando se los convoque, si los temas políticos estratégicos fueron decididos sin su información y participación. Son de recibo las preocupaciones de asegurar la gobernabilidad, en una situación interna que se polarizó en cierto momento en dos grandes corrientes. Pero sería un grave error sustituir la discusión amplia de los temas dentro de la fuerza política por acuerdos entre dos sectores. La polarización no es de tal magnitud, y nunca debe perderse de vista que la gran mayoría de los frenteamplistas no funcionan sectorizadamente. Los acuerdos y los equilibrios, la unidad y la acción del Frente se construyen de forma más compleja, con una actitud abierta a los debates dentro de la orgánica frenteamplista.
Explicar, discutir, escuchar, acordar y movilizar, esos son los verbos que tenemos que poner en práctica. Y van juntos, se necesitan mutuamente. No funciona el ordeno y mando. Es preciso fortalecer la orgánica, innovando, con creatividad e iniciativa, abriendo espacios para que se construyan nuevas formas de accionar político, recogiendo e interactuando con el sentir popular. La pluralidad de puntos de vista y la unidad de acción solo se compatibilizan con la democracia interna y la fortaleza orgánica. Ambos aspectos resultan esenciales.
16) Retomemos las banderas de la ética en la política. La política frenteamplista debe profundizar su anclaje fuerte en la ética. Como dimensión colectiva que pone los principios y el servicio a la población como causa y motivo permanente del accionar político. Como dimensión individual donde los frenteamplistas y con mucho mas razón quienes los representan deben ceñirse a principios éticos muy claros. Recomponer la Comisión de Etica, fortalecerla, difundir cuales son los principios del Frente en este plano, es una forma de encarar las normas de conducta política, cada vez más necesaria cuando más incidencia tenemos en el Estado. La fuerza política se debe a sí misma la afirmación de normas claras y formas de contralor. El Frente Amplio tiene una historia en este plano, tiene figuras emblemáticas, hombres y mujeres que contribuyeron a crear la mística frenteamplista. Ha sido una seña de identidad de esta fuerza política. Aceptaríamos una gravísima derrota si dejamos que se siga perdiendo.
17) Las diversas formas de participación política. No podemos plantearnos un único modelo de participación política. La militancia que se expresa en vínculos orgánicos fuertes, regulares, con debates democráticos y resoluciones orgánicas, con un accionar coherente a dichas resoluciones, sigue siendo para nosotros una concepción imprescindible. Pero no la única válida. Las relaciones de las personas con las cuestiones políticas son múltiples. Si queremos construir un protagonismo popular amplio son necesarias diversas formas de participación política, igualmente válidas y legítimas. Está claro que ha habido un descenso de la militancia tanto en comités de base como en los sectores políticos. Es un fenómeno donde inciden elementos estructurales de la vida social, componentes culturales e ideológicos, los mecanismos de fragmentación social, nuevas formas de comunicación y expresión, y también estrategias políticas hegemónicas. No es un fenómeno nuevo, ni es una situación congelada, siempre han existido períodos de auge y de reflujo en la movilización de masas. Pero en lugar de resignarse o incluso teorizar sobre la superación de la militancia por las relaciones – esas sí recontra-tradicionales– entre representantes y representados, por los medios de comunicación masiva, para la izquierda se trata de desarrollar una estrategia global de movilización, con iniciativas claras y herramientas innovadoras.
La magnitud de los desafíos políticos actuales exige una transformación del Frente Amplio que potencie su rol como motor y sostén de los cambios programáticos. La política de vivienda, por ejemplo, incluyendo las respuestas a las situaciones más críticas, puede ser un campo donde la participación comunitaria juegue un rol importante. Existen experiencias históricas que apuntan en tal sentido. La credibilidad y el apoyo que obtengan depende de cómo se diseñe y se instrumente, de los recursos que se le asignen. Otros campos como la salud y la educación son espacios privilegiados donde construir dinámicas de involucramiento de la población, para atacar los graves problemas sociales y ambientales que seguimos teniendo. Esa es la médula del nuevo modelo de atención a la salud que promueve el SNIS. Y la apuesta del país a la educación requiere un nuevo modelo pedagógico donde los alumnos, la familia y la comunidad y los docentes tengan un protagonismo distinto. Nada de eso se gesta espontáneamente.
Apoyar y estimular la participación social en las políticas públicas, es una tarea de primer orden, que supone enfrentar los obstáculos que esta sociedad pone a los sectores populares. La fuerza política puede ser una promotora de la participación ciudadana, una gran facilitadora de la democratización en las relaciones sociales y las políticas públicas.
18) Una estrategia clara para rescatar la política, reivindicarla y transformarla. Lo primero es el debate sobre la estrategia a llevar adelante. Por lo tanto clarificar los objetivos generales para esta etapa y los lineamientos para alcanzarlos. Acordar una conducción que se comprometa con esas líneas de acción. Establecer Planes de trabajo que constituyan compromisos colectivos. Reformular el vínculo entre la fuerza política y los gobiernos tanto a nivel nacional como departamental y municipal.
Una de las grandes catástrofes que ha tenido la izquierda a lo largo de la historia ha sido la dependencia de la fuerza política respecto del Estado. La estatización de la fuerza política pone en riesgo su vida interna, su arraigo popular y su militancia. El “partido” no puede ser el side-car del Estado, tiene que jugar un rol diferente, tiene que jugar en la sociedad. Debe ser una instancia permanente de reflexión y de acción hacia la comunidad. Capaz de hacer autocríticas y de revisar su propia estructura y sus prácticas. Una política organizada en cada barrio o pueblo, cuyas prácticas no se limitan a la gestión estatal, implica una subversión de la política tradicional.
Entender las propuestas programáticas como motivo de una acción política de masas y no solo como tarea de gobierno es un cambio de perspectiva respecto a la fuerza política y al gobierno.
Uruguay vive una nueva etapa signada por potencialidades de cambios.
Basta comparar la situación del país y su gente a comienzos del año 2005 y en la actualidad, para percibir que se avanzó mucho en múltiples áreas. Lo cual es una plataforma para avanzar mucho más. Desde una perspectiva de izquierda resalta el hecho de que falta mucho para avanzar y para consolidar los pasos dados.
Crear nuevas estructuras sociales más justas y democráticas requiere una fuerte decisión política desde el gobierno o mejor dicho desde los gobiernos. Pero estos procesos no se limitan al accionar de gobierno, no son solo políticas institucionales. Se necesitan múltiples sujetos sociales y políticos.
El proyecto de país de la izquierda necesita rescatar la política, reivindicarla y transformarla.
Partido Socialista de los Trabajadores / Aporte—Autocrítica
Un Debate Fundamental: A modo de Balance Electoral
Lo cierto es que un análisis político a fondo del balance electoral no puede dejar de lado los distintos procesos políticos, económicos y sociales sucedidos durante el último período en nuestro país, el continente y el mundo, así como las vivencias y desventuras del F.A., en particular de su orgánica.
Por supuesto que en estas pocas líneas no podemos abundar sobre todos estos temas. No obstante procuraremos establecer algunos ejes que nos permitan acercarnos a la realidad política del país y de los resultados de los diferentes procesos electorales
¿Agotamiento de un modelo?
Desde el punto de vista de quienes procuramos los cambios sociales profundos, de raíz – y que ha sido una de las banderas más queridas del FA a lo largo de su historia -hay varias cosas que se están agotando. Desde otro punto de vista, de quienes han vivido a costa de la opresión de la inmensa mayoría del pueblo uruguayo, el sistema político no solo ha evolucionado bien en los últimos años, sino que ha representado una magnífica sorpresa.
Para no ir tan atrás como 1971 o el pachecato, dejando de lado también la lucha contra la dictadura y la salida de la misma, podemos ver que desde 1989, año del primer triunfo electoral del FA en la Intendencia de Montevideo hasta la fecha, muchísimos cambios se han sucedido, la mayoría de ellos lamentablemente contrarios a las aspiraciones populares.
El FA cambió, no solo programáticamente. Respecto a lo político basta con comparar programas emanados de los distintos Congresos o las diversas plataformas electorales para constatar la permanente y constante rebaja de los planteos, o dicho de otro modo, la asimilación de quienes han ostentado la mayoría dentro del FA al sistema político vigente. Este sistema político, no hay que olvidarlo fue objeto hasta no hace tanto tiempo de críticas fundadas y siempre ha sido funcional a las clases dominantes del país.
La rebaja programática fue acompañada por una asimilación a la institucionalidad, lo cual no es nada extraño considerando, desde una óptica pragmática los 20 años de gobierno municipal en Montevideo y el segundo gobierno nacional que recién comienza.
El problema estriba justamente en el pragmatismo y el mundo de lo posible, lo que antiguamente se llamó la “realpolitk”, o desde nuestro punto de vista, el abandonar definitivamente las banderas del cambio social por el aggiornamiento pragmático al sistema. Ya no buscamos los cambios sino el ser jueces justos y correctos ante los conflictos sociales, cosa de por sí imposible y más si seguimos postulando un capitalismo aunque tenga rostro humano.
De cuestionador de un modelo a estabilizador del mismo
Cuando se ganó la Intendencia de Montevideo en 1989 y también durante la campaña electoral que casi nos permitió ganar las elecciones nacionales de 1994, un viento de esperanzas de cambios sociales inundó a nuestro país, esperanzas alicaídas luego de las derrotas sociales y la votación de la ley de impunidad durante el período anterior. El “sí se puede” era algo casi incuestionable en el sentir popular. Parecía que los cambios vía elecciones era la forma que tenía el pueblo uruguayo para conseguir sus objetivos, concepción que venía desde el referéndum del ’80 y que aparentemente se consolidó con el triunfo en el plebiscito sobre las empresas públicas en el ’92.
Tanto en la interna del FA como en el resto de las organizaciones políticas estaba claro que el mismo era un tercero en discordia en el sistema político nacional. Su progreso electoral implicaba un claro cuestionamiento al mismo, por lo menos hasta 1994.
Pero también en este tema ya se sentían vientos de cambios como ya señalamos. La rebaja programática y de banderas que Congreso tras Congreso se iba concretando, se acompañó con la institucionalización. Así de cuestionador del sistema, que es lo que la gente quería, se transformó en el principal instrumento de sustentación y equilibrador del mismo. De ser izquierdistas nos transformamos en progresistas.
Al mismo tiempo gran parte de los partidos tradicionales de ser abiertamente derechistas son cada vez más progresistas generando grises de diferentes tonos y mezclando todo en un gran gatopardismo ideológico general, confundiendo todo y fomentando la concentración de lo político en personalidades y caudillos.
La coalición sobre el movimiento: las bases sitiadas
No es casualidad entonces que muchas voces oficiales del gobierno y del parlamento, ni mencionen más el carácter de movimiento del frenteamplismo. Dan por hecho y así lo dicen permanentemente sin que nadie lo cuestione (por ejemplo el presidente del FA), que estamos en una coalición, y que además las cosas se definen en cuatro paredes entre los que obtuvieron más votos: los llamados “grandes”.
Al mismo tiempo se dio otro proceso paralelo: esta transformación del FA fue acompañada por acuerdos más amplios (Encuentro Progresista, luego Nueva Mayoría), junto a una centralización de las decisiones en los “sectores mayoritarios”. Esta concentración y exclusión abandona el espíritu inicial de coparticipación y apertura, no sólo hacia los grupos minoritarios sino hacia las mismas bases.
Se bastardeó, (no tenemos otro término menos fuerte para caracterizar este hecho), el sentido de amplitud y generosidad histórica por parte de organizaciones generalmente consideradas como “mayoritarias” ( casi siempre relativo a su capacidad electoral ) que fue uno de los elementos que favoreció y concretó la unidad de la izquierda en nuestro país.
Hablamos de respetar tanto a las bases, a todos los independientes y a las organizaciones más chicas
La UNIDAD POPULAR, tanto en lo social como en lo político, que se expresó en lo anteriormente dicho, se conquistó en dos momentos históricos fundamentales de la historia del país. Se presentó producto de las luchas populares y sociales y fundamentalmente sindicales durante las décadas del ’50 y ’60, fundando la CNT y posteriormente dando lugar al nacimiento del FA. Estos dos fenómenos están ligados aunque no derivan uno del otro mecánicamente.
El otro momento fundamental que consolidó la Unidad político y social fue durante las luchas que resistieron la dictadura, que ayudaron a votar contra el plebiscito constitucional primero, votar en blanco en las internas blanquicoloradas después, y refundar el movimiento sindical con el PIT primero y el PIT-CNT después.
En todas estas instancias la participación de las bases frenteamplistas, (aunque antes del ’71 no existieran formalmente como tal) fue determinante.
Cuando finalmente se disolvieron el Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría, quedó un partido más del sistema político, muy poco diferenciado de los partidos tradicionales, tal vez con un énfasis mucho mayor en lo social pero estando muy lejos de un fanatismo por la distribución social.
La participación y el “control de los de abajo” fue lo que no se quería. En este sentido el triunfo de los sectores mayoritarios fue completo.
Hay que recordar que uno de los elementos que empujaron la renuncia de Seregni a la presidencia fue justamente cuando las bases organizadas, junto a grupos menores impidieron la transformación del Frente Amplio en lo que hoy justamente es.
Se creó un Secretariado que concentra las decisiones y además es muchas veces ignorado por la bancada parlamentaria que hace y deshace casi siempre sin consultar la cada vez menos efectiva y eficaz orgánica. La Mesa Política es tomada en cuenta sólo cuando hay que confirmar la línea elaborada quien sabe dónde. Ni hablar del Plenario Nacional.
Elecciones: Resultados previsibles
Las elecciones de octubre y mayo, incluso las internas, muestran cambios notorios y aparentemente radicales. Para nosotros, no obstante, en muchos aspectos reflejan lo analizamos más arriba, a saber:
1. Elección tras elección se constata una creciente dinámica a mimetizarse el FA con los partidos tradicionales, tanto en lo político, lo programático, lo ideológico y también en el funcionamiento, concentrando en pocas manos y en las organizaciones con representación parlamentaria e institucional el poder de decisión a costa de la participación de las bases y de otras organizaciones.
2. De cuestionador del sistema el FA devino en estabilizador del mismo; de izquierdista en progresista; de una amplia participación con discusiones que llevan tiempo para que todas y todos pudieran discutir, en instancias cada vez menores y restringidas; de unitarios y generosos en cuestionadores de la unidad tal cual se daba; de respetuosos de los organismos en cuestionadores de las resoluciones de las instancias amplias como los Congresos.
No es raro por lo tanto, el desánimo que ha alcanzado a la militancia frenteamplista. Cada vez hay menos compañeros y compañeras para atender las tareas de propaganda y electorales y la nueva gente que se reivindica frenteamplista se ha acercado acompañando las ideas del progresismo, sin responsabilidad militante alguna, dejando en manos de sus caudillos o representantes todo lo que tiene que ver con lo político que no lo sienten como suyo salvo ir a votar de vez en cuando.
Toda una nueva generación de uruguayos se ha sumado a la vida política que no sufrió ni la década del ’60 y tampoco la dictadura, por lo tanto tienen una visión menos comprometida con la historia y la razón de ser del FA.
Todo ello se agrava cuando en lugar de diferenciarnos con lo que fue y es la historia y la esencia de los partidos tradicionales defensores de los poderosos a lo largo de toda su vida, somos parte del confusionismo existente mezclando todo, conceptos, ideologías y políticas.
Ya no hay más enemigos, ni siquiera los torturadores, asesinos y secuestradores de niños, que de la noche a la mañana devinieron en “pobres viejitos” a los que hay que liberar, con consideraciones de que en el pasado hubo una guerra y ahora queremos llegar nuevamente a la visión de finales de la Guerra Grande: “Ni vencidos ni vencedores”
Concepto por demás mentiroso ya que tanto en la Guerra Grande como con el proceso de los ’70 y la Dictadura Militar hubo vencidos, “el pueblo”. Por otro lado entender el proceso de la lucha de clases como una guerra entre dos adversarios (Teoría de los dos demonios) es no haber participado activamente en la resistencia y lucha contra la dictadura.
La alternancia en el gobierno hace tiempo que se da entre la socialdemocracia y el liberalismo (abarcando en ambos conceptos todas las vertientes posibles). Lo mismo comienza a darse en Chile y posiblemente Brasil. Si seguimos así será el futuro de Uruguay. Estos cambios teóricamente correctos en una democracia irreal, no ha producido casi ningún beneficio a largo plazo para los intereses populares en ningún país. Los cambios sociales de corto plazo terminan subsumíendose en el beneficio empresarial.
El capitalismo con rostro humano se transforma así en capitalismo a secas, sacándose su disfraz, más en tiempos de crisis como los actuales.
Mudanzas necesarias
Es necesario resistir la asimilación de nuestro FA con los partidos tradicionales. Se hace fundamental hacerlo, retornar a su papel de rebelde del orden instituido y para ello es fundamental retornar a algunas formas organizativas del pasado. En primer lugar a esa forma de movimiento heterodoxo donde la participación de las bases y de los independientes tenía un peso mucho mayor que en la actualidad, donde la Mesa Política, compuesta por todas las organizaciones no importa el tamaño de cada cual, sea la verdadera dirección, donde los actores de la institucionalidad, sea del Ejecutivo, Parlamento o Municipios se atengan a las resoluciones del FA.
Que los compañeros y compañeras que nos representan en cualquier instancia de la institucionalidad nos representen a cabalidad. No puede seguir aconteciendo esas transformaciones de quienes asumen algún cargo y se olvidan de quien los llevó allí: el pueblo y la organización frenteamplista.
Políticamente es fundamental retomar las banderas del cambio social substancial, sin medias tintas.
No desconocemos que las medidas instrumentadas tanto en el gobierno de Vázquez como en el actual en muchos casos beneficiaron a los menos pudientes y que ambos gobiernos no se pueden comparar con los de los gobiernos anteriores. Pero no sólo tienen gusto a poco sino que casi siempre quedan a medio camino. Es que tenemos que reiterar que no existe un Uruguay de todos/as, existen varios Uruguay sintetizados básicamente en dos: el de los poderosos, que ganan aunque haya crisis – como en el 2002 – y el de la inmensa mayoría, oprimidos/as, que siguen perdiendo aun cuando el país crezca y hayan medidas sociales paliativas.
A esto tenemos que responder no con medidas tibias y confusas que procuran consensos con los dueños reales del poder que apenas nos aguantan porque todavía no pueden ajustar las cuentas con el pueblo. El capitalismo, basta mirar el mundo actual, no es esencialmente ni humano, ni ecológico ni tiene aspiraciones sociales. Siempre quiere ganar cada vez más.
Si lo que se busca es la inversión trasnacional a costa del desarrollo realmente nacional, si se pretende seguir con esa utopía reaccionaria del “buen capitalismo”, entonces las medidas adoptadas por los gobiernos del FA hasta ahora son las correctas. Será el fin del FA tal cual lo conocimos. Es lo que pretenden quienes procuran profundizar el camino asumido aprovechando los resultados electorales para que el FA sea definitivamente parte de la institucionalidad burguesa por más aspiraciones sociales que tengan y que no desconocemos.
Nosotros estamos por el camino contrario. Seguimos apostando al pueblo organizado en la lucha. Queremos que el FA retome su papel de vindicador de los intereses de quienes menos tienen, con una gran participación popular, aun cuando los debates lleven una eternidad. Estamos a tiempo y podemos hacerlo.
Partido Socialista de los Trabajadores – FA – Julio 2010PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO / Aporte—Autocrítica
ELECCION DEPARTAMENTAL DEL 9 DE MAYO 2O1O
LA MASA CRÍTICA.
Intervención de ELISEO RAMIREZ en el Ampliado Nacional del PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO (trotskista-posadista)
*Adoptado como resolución política
Uruguay, 16 de mayo 2010
En carta dirigida a las Secciones de la IV Internacional de Brasil, Chile, Grecia, también Argentina criticamos severamente la no participación de nuestros militantes en la construcción de la IV Internacional, no sólo en el funcionamiento nacional como Partido, como Sección. En cambio, es necesario sentir la necesidad de intervenir sobre los problemas de cualquiera de nuestros Partidos nacionales. La IV Internacional tiene el derecho, también obligación, de intervenir, porque sino la relación se hace de ida, no de ida y vuelta. La respuesta tuvo que ser inmediata, no prolongada en el tiempo.
Algún camarada opinó que el documento forma parte de la aplicación de lo que es Estructura y Funcionamiento de la IV Internacional. Las ideas revolucionarias no surgen producto de genios individuales, que existen, sino de la vida política colectiva, donde cada uno interviene no solamente aportando, sino recibiendo. Aprendemos mucho más en las reuniones que lo que luego podemos expresar. No existen profesores ni especialistas autosuficientes, menos aún en la IV Internacional. No partimos de “funciono en Grecia, estoy preocupado exclusivamente por los grandes problemas de Grecia”. Resulta que política y estructuralmente el proceso se define por la crisis histórica del sistema capitalista. Los grandes problemas de Grecia son los grandes problemas del Uruguay. Las grandes decisiones adoptadas en el Uruguay están interviniendo en Grecia. La crisis del capitalismo no es crisis exclusiva de Grecia sino consecuencia de la crisis del sistema capitalista mundial.-
EL TIEMPO ACTUAL. LA CRISIS DEVIENE DE QUE SE AGOTÓ EL PROGRAMA
Estamos analizando, previendo, lo que se va a generar en el Uruguay durante el transcurso del segundo Gobierno Nacional del Frente Amplio. Partimos de cartas y documentos elaborados previamente. La crisis del Frente Amplio no es de personalidades. No es crisis de José Mujica, Danilo Astori o Enrique Rubio y su propuesta estrategia de resolver con votos la crisis interna del FA. Es que se agotó el programa de Gobierno del Frente Amplio. El Programa llegó al límite de lo que podía desarrollarse con el Gobierno de Tabaré Vázquez. Una propuesta que se aplicó con claroscuros, junto a algunos soles brillantes. La masa crítica frenteamplista lo ha estado sintiendo. Masa crítica que se expresó electoralmente en el voto en blanco, en abstenciones, en voto nulo. También, básicamente, en el voto al POR trotskista posadista, en los votos al PCU, PSU, una parte de los que recibió el MPP, y aún otros movimientos. Se planteó una crisis: “esto no va más”. Una crisis al término de una etapa, que no es solo el comienzo del segundo Gobierno del FA, sino que está determinada en intervenir para centrar la aplicación del Plan de Gobierno, su perspectiva inmediata programática, política. Resulta, por lo tanto, una crisis de crecimiento.
Por esta razón es importante la nueva convocatoria al Consejo Nacional de Salarios. Es, por ahora, la forma de relación concreta entre el Gobierno frenteamplista y las masas trabajadoras. Expresa la ineludible definición de la relación entre el capital y el trabajo. De ahí se derivan los problemas que se van a plantear ahora. El ejemplo en la República Argentina pasa por la discusión de la relación fuerza de trabajo vs. capital. Aquí se encuentra la gran disyuntiva que marcará tiempos y espacios de la política del Gobierno nacional del Frente Amplio, como también su perspectiva estratégica. No la discusión de 10 $ más o 10 $ menos. En el fondo, representa la estructuración hacia dónde va el país, cómo se redistribuye la renta nacional. Cuando se discute la redistribución de la renta nacional lo que se disputa no es un problema sectorial, corporativo, de sector, sino problemas nacionales y mundiales de la política que viene conduciendo el Gobierno.
Se da en una etapa de contradicción muy grande, donde no se hace posible imponer una política internacional como la que se quiso empujar desde la derecha del FA, imponiendo el TLC, etc. Una estrategia que fracasó frente a la oposición que le hizo desde el Concejo de Ministros el ex Canciller Reynaldo Gargano, del PSU, el PCU, nosotros, sobre todo el PIT-CNT. Con el apoyo de Tabaré Vázquez quién asumió poner en la balanza las distintas fuerzas y obró como dirección de masas, no sectorial. Por esta razón se pudo impedir la firma de un Tratado de Libre Comercio con los EE UU, aunque existen quienes siguen proponiendo que la política es utilizar debilidades estructurales de la economía y el condicionamiento geográfico del país, para negociar con el imperialismo y el capitalismo mundial, sacando ventajas de aquellas condiciones. En última instancia significa continuar la política de los Gobiernos de los partidos del sistema, Nacional y Colorado: ofrecerse como socio insignificante, por el bajo papel del país en la economía mundial, de las trasnacionales, tapón a los procesos libertarios y revolucionarios de A. Latina. Procesos que, aún con todas las debilidades, desde y en el campo de la burguesía, podían darse en Brasil y Argentina, en particular, opuestos a la geopolítica imperialista.
Saludamos la decisión de José Mujica de votar a Néstor Kirchner para la Presidencia de la UNASUR. No porque dio su apoyo a un ex Presidente de la democracia burguesa, que aplica la concepción de buscar “un capitalismo bueno”, como es la de N. Kirchner en el desarrollo de la economía, sino porque la decisión de Mujica está planteando la posibilidad real de re direccionar la política interna en el Uruguay haciendo a una lado la alianza con el imperialismo norteamericano, dirigiéndose a una alianza con las burguesías nacionales, aliados estratégicos de esta etapa de transición, camino a la necesaria refundación de las naciones americanas.
ETAPA de RECONSTRUCCION NACIONAL dentro de la CRISIS del CAPITALISMO MUNDIAL
En síntesis, esta decisión implicó una definición que ahora deberemos sostener en el tiempo. La forma que toma para los Gobiernos los Gobiernos latinoamericanos resulta en la Integración Regional, en lo económico y el Frente Antiimperialista, en lo político. El imperialismo tiene absolutamente claro el desarrollo de este curso socio-político en America latina. Por eso utiliza las debilidades de los Estados y Gobiernos para torpedear, desde dentro, tratando de romper cursos favorables, necesarios, a la lucha de clases. Aún cuando se trata de procesos desiguales y combinados, por ahora.
Cuando la magnífica marcha del 24 de marzo de este año en Buenos Aires, imponente, en fecha aniversario del último Golpe de Estado, el Canal de noticias CNN, la prensa del sistema, sólo mostró al mundo 15 encapuchados, identificados como pertenecientes al movimiento “Quebracho”, rompiendo las vidrieras de la Unión Industrial Argentina (UIA). Una organización empresarial que representa, unifica, al sector del sistema que pretende jugar el papel de “burguesía nacional”. Los mismos que durante los Gobiernos ejercidos por J.D. Perón ( 1945-1955) formaron una de sus bases de sostén tanto de la economía como de la política social del 50 % para el capital, 50 % para el trabajo. Clara condición política de un empresariado con interés en el mercado interno, condición que condujo a los sectores de derecha, directamente representantes del imperialismo y las trasnacionales financieras, a organizar la Asociación Empresarial Argentina (AEA) defendidos por el lobby empresarial mediático del Grupo “Clarín”.
La imagen que trasladó el sistema hacia el mundo no fue la de cientos de miles contra el sistema, que se manifestaron con la fuerza que da la razón, sino 15 embozados que atacan a una organización intermedia del sistema capitalista. ¿Por qué lo hace la prensa mundial? Justamente, porque pretenden ignorar y prostituir lo que fue una movilización de masas con sentido antiimperialista. Penetran la provocación de 15 tipos que le pegan, no de casualidad, a un aliado circunstancial de la lucha de clases en Argentina. Porque la UIA, en este momento, no es la derecha del sistema. Sin dejar de ser capitalistas. La derecha es la AEA, o se representa en la Sociedad Rural Argentina. Este es el verdadero eje de la derecha. No lo es ni siquiera la Unión Cívica Radical, del ala Alfonsín (h), Stolbiser, etcétera. Lo son sí el PRO de M. Macri, aliados de la derecha del Partido Justicialista, junto a algún re tonto útil de seudo izquierda.
ESTADO DE TRANSICIÓN y CURSO REVOLUCIONARIO
Tenemos que construir la flexibilidad política para comprender cómo desenvolvernos en esta etapa de transición en la que el Estado comienza a pasas de ser un Estado conservador, reaccionario, sostenedor del sistema, a vivir un proceso de un Estado de Transición. Proceso en el cual se van vinculando –como analizó J. Posadas- formas de progreso social junto con la apertura hacia la nueva sociedad en construcción. Esto ha sido expuesto en documentos, por ejemplo, “Del Nacionalismo al Estado obrero”, cardinal, publicado en el libro “El desarrollo económico, la democracia y la lucha por el socialismo en América latina”. Reúne textos de 1977/8, prologado por el mismo Posadas en 1979, reeditado en 1987 la Sección uruguaya de la IV Internacional a iniciativa y por acción de la camarada Olga Scarabino.
Contar con capacidad de medios para la aplicación de las ideas es una necesidad concreta. Sin embargo, es posible contar con medios suficientes, dinero, locales etcétera, pero sin ideas de progreso revolucionario, los medios no sirven para nada. Al revés, se construyen bases para el clientelismo, el burocratismo, alejados de las necesidades del curso objetivo, de las masas, de la lucha por el socialismo. Esta discusión tiene tener un eje que hace girar todo lo que se ha expuesto. De no ser así, aparece como una discusión parcial, problemas parciales, incluso sin posibilidad de resolverlos, porque no tenemos medios, o porque no tenemos radio, prensa, etc. Es cierto que no contamos con muchos de esos recursos. Pero las masas, sin tener nada, lograron, con cien mil votos críticos- no contra el FA-, conmover a todo el FA. La crisis del FA no deviene que se pierdan elecciones o se haya retrocedido en la cantidad de departamentos que dirigía, sino por la forma, por la manera, en que se retrocedió. Ese es el fondo del problema.
La Dirección mayoritaria del Frente Amplio y del Estado, va a esquivar esta conclusión con argumentos, más o menos reales. Van a intentar encontrar una salida que no toque la política que viene estructurando el Gobierno violeta que están organizando. No lo hacen porque sean reaccionarios, o históricamente, contrarrevolucionarios, aunque algunos lo son en la dirección del Frente. Sino porque tienen que enfrentar – como le pasa a Cristina Fernández y Néstor Kirchner – en su búsqueda del capitalismo “bueno” – , al camarada Hugo Chávez, que está dando una durísima pelea por el progreso de Venezuela y America Latina. Es necesario dar en Uruguay un salto político que imponga enfrentar el futuro con una política socialista y revolucionaria, aunque no se plantee la construcción del socialismo ahora. Una condición que obliga a seleccionar los aliados, no armar Gobiernos de conciliación y acuerdo nacional, que es lo que se está planteado ahora desde el Gobierno nacional del Frente Amplio.
Con esta política de la dirección, el Frente Amplio no va ha triunfar en las elecciones nacionales de 2014. En las elecciones departamentales del pasado 9 de mayo gran parte de la población no llegó a conocer ni tampoco poder diferenciar la política del Gobierno nacional del Frente Amplio frente a los Partidos del sistema. Todo apareció mezclado. Entonces se vota al amigo, al vecino. En el campo, en el barrio, votan al amigo! “Un buen tipo” porque no se siente ni es posible analizar cuales, dónde están las diferencias políticas entre el FA, el Partido Nacional y el Partido Colorado. Como organización miembro fundador del Frente Amplio, es un problema también del Partido Obrero Revolucionario. La política del Gobierno nacional no ha quedado clara para las masas.
PROCESO DESIGUAL y COMBINADO
El proceso actual “desigual y combinado”, incorpora contradicciones entre las necesidades de la población, el desarrollo del país, las condiciones objetivas. Esta condición, en esta etapa de transición, no permite ni va permitir en el futuro inmediato, construir un programa político, eliminando estrategia y táctica de aplicación del programa original del Frente Amplio, que reúne todas las etapas anteriores.
El FA recibió el 1º de marzo del 2005 un país dependiente del comercio exterior, las trasnacionales financieras. Se había abandonado, producto de la crisis mundial del sistema capitalista, la etapa de desarrollo industrial con mercado interno, política internacional independiente, base del Gobierno de Batlle y Ordóñez. Proceso que – décadas después – tuvo en el Presidente del Gobierno Colegiado, Luis Batlle Berres (1955/56), como último exponente de lo que fue la corriente de Batlle y Ordóñez, entre 1903/07 y 1911 /15. Con estas excepciones, los gobiernos Colorados y Blancos aplicaron una política de integración y mimetización con los EEUU, la política del Consenso de Washington. Continuar ahora, aún atenuadamente, la misma línea política, resulta absurdo. Las relaciones internas de un pueblo que se siente victorioso, que madura a la par que avanza, mediante triunfos político-electorales, se representó en el nacimiento de una masa crítica que se prepara para intervenir en la construcción de una etapa superior.
Los 10 mil votos al POR forman parte de este proceso, soporte necesario del curso antiimperialista de América latina. A pesar del chantaje del imperialismo, los Gobiernos de A. latina, en su mayoría, buscan y van encontrando salidas independientes de la centralización que exige EE UU. La crisis sin salida de la Comunidad Europea, bajo el manto del Acuerdo de Maastricht, el Euro, que comenzó a estallar en Grecia, España, Portugal, es solo la punta del iceberg. Muestra claramente que hacer una política de acuerdo nacional, políticas neoliberales, sometidas a los TLC, ALCA o FMI, es, además, suicida.
En Montevideo se aprecian extensas reformas en el Puerto. ¿Acaso el desarrollo del Uruguay está determinado por los depósitos de containers? Una estrategia que no se inició ahora ni tampoco con el Gobierno que dirigió Tabaré Vázquez. Comenzó con Julio Ma. Sanguinetti, se continuó con Luis A. Lacalle, siguió con el mismo Sanguinetti y luego Jorge Battlle. Estoo es necesario analizarlo ahora. La dirección mayoritaria del Frente Amplio va a intentar no discutirlo. Preparan un Frente que sea más de lo mismo, que las masas del Uruguay ya han rechazado. Tanto los que votaron centralizadamente al FA como las y los que lo hicieron en blanco, anulado, o se abstuvieron. También una base social de Colorados y Blancos rechaza la liquidación del país, con trasnacionales pasteras y pool de soja transgénica, con todo lo que conllevan en desocupación y liquidación del medio ambiente.
Vamos a luchar para que el Frente Amplio discuta todo lo que es necesario a su consolidación y progreso. Todo lo que esta en la piel del curso objetivo. La propuesta de Enrique Rubio “un militante, un voto” resulta similar a la política del sistema y sus partidos. Dirigir el curso para que las corrientes que tienen más medios, por tanto, que responden a los detentadores del poder económico, decidan, eliminando la vida orgánica y política del FA.
Si se logra imponer un proceso de discusión política en el FA, va a comenzar a aparecer por todos lados la realidad objetiva, que es lo que está planteando la gente, abajo. No es que no existió progreso, no es que Tabaré Vázquez no desenvolvió una política que permitió el crecimiento económico de un sector importante de la población. No se trata de que no se mejorara en la atención de salud. Existe gran cantidad de mejoras en el nivel de vida las masas trabajadoras. Aunque inferior a lo que se pudo y puede alcanzar. ¿Esto es todo lo que se pudo hacer, todo lo que era necesario hacer?, Existían, existen, condiciones políticas y económicas para avanzar mucho más, en un momento en la que el capitalismo no puede ofrecer nada a la población del mundo.
Cristina Fernández en la República Argentina, con origen peronista, dentro del desarrollo, del planteo clásico del 50 % y el 50 % (entre capital y trabajo), la política antigua del Peronismo, sale a argumentar por que existe una crisis capitalista en Grecia. Está mostrando cual es la política que no tenemos que hacer. ¿Pero, cuál es la política que tenemos que hacer? Si Ud. cree compañera Presidenta, que, como decía Perón, hay que distribuir 50 % al trabajo, 50 % al capital, ¿cuál es la política que tenemos que desarrollar de ahora en más? Porque está fracasando, no se está desarrollando el crecimiento hacia esta perspectiva. Uruguay no es un socio menor de esta crisis. Tampoco lo es de la salida que es posible desenvolver formando parte de la Integración regional.
Argentina no tiene diferencias importantes – frente a los problemas de crisis del sistema -, más allá de distancias en el PBI y Renta Nacional, de lo que se está discutiendo en Uruguay. La diferencia es que en la República Argentina existe un movimiento de masas con peso del proletariado que ha permitido desenvolver formas, estructuras orgánicas, que sostienen el proceso. La Confederación General del Trabajo (CGT), el papel de los sindicatos, resulta cardinal. También la irrupción de movimientos sociales que, combinadamente, expresan una parte importante de la sociedad, de la construcción de la economía del país, aún no formalizada. En Uruguay se desenvolvió, a partir de la Convención Nacional de Trabajadores (1966) , del Frente Amplio (1971) , el PIT-CNT (1983), una base política elevada para la lucha por una nueva sociedad ,en camino al socialismo.
Como estrategia política, basada en el análisis objetivo de la realidad socio-política de Argentina, en el año 1989, era absolutamente correcto votar positivamente por la concentración del voto al peronismo. Al mismo tiempo, tomar distancia política, criticar al candidato Carlos Menem, “más de lo mismo”. Lo afirmamos, lo demostramos en editoriales del periódico Voz Proletaria. Un análisis de clase y revolucionario que planteó que el curso no pasaba, socialmente, en la defensa no lógica de un programa revolucionario, sino que era necesario construir una política, en tiempo y espacio, para poder desenvolver fuerzas que estaban en desarrollo, pero no aún presentes. Esas fuerzas aparecieron en la CGT, Movimientos Sociales, CTA, la lucha de millones, que en la década de los años 90 en la Argentina enfrentaron y derrotaron al neoliberalismo, con epicentro en la crisis social revolucionaria de fines del año 2001. Se trata de comprender e intervenir dentro de la dinámica del proceso, comprender cómo se desenvuelve, como las masas, cuando algunos creen que permanecen inermes, cuando no aparece cómo expresarse, encuentran formas de expresión. Lo que J. Posadas calificaba: “la conciencia social”
CONCIENCIA e IMAGINARIO SOCIAL
Nadie analiza la conciencia social, el “imaginario social”. ¿Qué es el imaginario social? Ese que se trasmite boca a boca, que los cubanos llamaron “radio boquini”. Hicieron, sin prensa, sin un montón de medios, la revolución socialista porque funcionaba “radio boquini”. El imaginario social es una forma extendida de la conciencia social, con similar base en su construcción: la experiencia que deja la lucha de clases en todos sus aspectos, desde una huelga al levantamiento social de millones.
El imaginario social no es nacional, sino global, mundial. Las masas miran, ven, sienten, aprenden internacionalmente, no solo nacionalmente, localmente. Esto coloca en condición despavorida al capitalismo, que pretendió utilizar la cibernética, la tecnología, la informática, para destruir la conciencia de clase, la capacidad de construcción del pensamiento revolucionario. Veamos como en Grecia se expresa y representa la conciencia mundial de la humanidad, el imaginario social nacional de la lucha diaria por el progreso. (1)
En el Uruguay, el 9 de mayo del 2010, este funcionó como un llamado de atención a la conducción, con los votos en blanco, anulados. Todos tenemos que asumirlo, aunque hayamos antes elaborado mil documentos en que nos pronunciamos en contra de la actual política que lleva el FA. No nos colocamos por fuera, cómo críticos. La que ahora critica es esta “masa crítica”. Tenemos obligación moral revolucionaria de darle voz, forma, expresión, a este curso, no solo a través de nuestra prensa, sino a través de nuestra vida política orgánica diaria.
MERCOSUR, UNASUR, INTEGRACIÓN REGIONAL
El funcionamiento del Mercosur, para Uruguay, es fundamental en su integridad, en sus reivindicaciones como país menos desarrollado. También en la política de integración. Porque las burguesías americanas, que son tan burguesías como la de Uruguay, desconfían de un país que se plantea “sacar ventaja” de su desfavorable relación, o asimetría, geopolítico-económica. Que no le importa los dos gigantes vecinos, porque en el campo del capitalismo, todo esta permitido. No solamente es un problema de naciones grandes o pequeñas, sino de qué política se lleva. El imperialismo utiliza tapones, pequeñas barreras, cohetes exocets, para liquidar, explosionar, desde dentro, la integración regional, continental. J. Posadas, escribió, previó, hace 40 años, este proceso que se está dando. Es una gran ventaja para nosotros contar con esos documentos, que hasta ahora hemos aprovechado poco. Contamos con ellos sólo en sus líneas generales. Califica, por ejemplo, en que no nos vamos a sobregirar en planteamientos, como por ejemplo: “salud socialista, ni un solo enfermo, medicinas gratis para todo el mundo”… etc. Para hacer eso es necesario organizar un Estado obrero. Tampoco argumentar “no se puede salvar esta vida, ya cumplió su ciclo, qué vamos a hacer… en el socialismo, de acá a 200, 300 años, se va a salvar”. En última instancia lo que se plantea J.Posadas, es que para el desarrollo económico de las burguesías nacionales, la integración pasa a ser un elemento central. La relación con la población, con los trabajadores, las clases medias, pasa a ser fundamental, ejercer un papel central dentro de este curso.
Las burguesías, más o menos desarrolladas, son quienes se apoyarán en este curso para enfrentar al sistema centralizado en el imperialismo, sus empresas trasnacionales. Con las empresas trasnacionales no existe competencia, ni libre mercado posible, como ya se ha visto. El único aliado que encuentran las burguesías es el que proviene de la clase explotada. En otras etapas, podían ofrecer un mejoramiento general del nivel de vida, ciertas conquistas sociales, sindicales, políticas, de derechos humanos. Hoy solo existe una: la disputa final por el poder del Estado y la economía.
Reiteramos. Vivimos una etapa de transición en que la relación de fuerzas, desde el poder del Estado, la tiene el sistema capitalista. Pero que, desde la sociedad, va ejerciendo aquel poder el sector más maduro de la clase explotada. Etapa que J. Posadas analizaba como de “nacionalismo revolucionario antiimperialista”, que pasa a la construcción de Estados Revolucionarios. Naciones, procesos que comienzan a negar la función opresora capitalista ejercida antes por el Estado contra las masas trabajadoras. Se recupera, o inaugura en la historia, el Estado Revolucionario, etapa de Transición en que convive parte del sistema capitalista agónico, con el naciente Estado Obrero, en perspectiva.
Comprender del “nacionalismo al Estado obrero” significa entender la génesis, la estructura del proceso. Uruguay ingresó en un proceso de profunda descomposición del aparato de lo que era el viejo FA. Viejo-nuevo, no el original, viejo de los últimos años. El que trabó que Tabaré Vázquez permaneciera en la Presidencia de la República. Si hubiéramos logrado imponer la reelección de Tabaré Vázquez – como estaban las condiciones – ganábamos por más del 60%, en primera vuelta. Segundo, tendríamos Gobiernos en 15 Departamentos. Tuvimos estructura, afirmación, confirmación ante la propia sociedad, ante las mismas masas trabajadoras, de qué era lo que había que hacer. No se hubiera evitado una crisis, la que ya estaba instalada en la dirección del Frente Amplio, en los últimos 5 años: ser Gobierno, como lo previmos.
Esta condición, si no se comprende que el capitalismo estructuralmente no tiene salida ni perspectiva, nos conduce a una política nihilista. “No criticamos”, porque no nos conviene, como Partido, como individuo, como sector social. Es una política que practican muchos de los miembros del FA. No entender, no querer ver, no oponerse. ¿Cuál será el desarrollo, cuál es la perspectiva, qué posibilidad de crecimiento y equidad tiene Uruguay en este contexto de crisis social del sistema? ¿Qué posibilidad tenemos como FA de desenvolver una política que se unifique con las de la región?
¿Por qué pudimos prever que no ganaba la Concertación Democrática en Chile y que Sebastián Piñera iba a hacer la política de la Concertación? No fue sencillo predecirlo. Si lo leemos en el New York Times, The Economy, etcétera, entonces sí!, se reconoce. Pero cuando lo hace nuestro Partido, nuestra IV Internacional, ah!, parece normal. No es normal. Es normal para nosotros extraer conclusiones porque tenemos el método. El marxismo es un método, no solo para el conocimiento. La inteligencia, como decía Einstein, es importante, pero mucho más importante es la intención humana del progreso, “la imaginación”.
Cuando analizamos por qué Sebastián Piñera iba a triunfar en Chile – al igual de lo que está pasando en Uruguay – debido a que encontró una base similar de políticas que se proponía llevar desde el Gobierno, frente a las que ofrecía la Concertación gobernante. No existían muchas diferencias. La burguesía chilena es una de las tres más estructuradas de Latinoamérica. La diferencia de calidad la hacía Michele Bachelet, la base social que la impulsaba y sostenía correctamente, como la soga sostiene al ahorcado, diría Lenin. Por eso defendimos, propiciamos la reelección de M. Bachelet. Similar razón por la que propusimos y luchamos en Uruguay por la reelección de Tabaré Vázquez. Eran símbolos, aunque no lo representaran en la estructura política del programa económico que estuvieron desarrollando. Había que luchar, desde los organismos de clase de las masas, para liquidar el programa económico y desarrollar una política de pleno empleo, elevación del nivel de vida, sin depender del imperialismo y sus trasnacionales financieras o empresas productoras.
Es necesario discutir la estrategia de alianza con la burguesía. Mientras que en la República Argentina, los Kirchner se alían con un sector que tiene intereses en el mercado interno y el desarrollo, en Uruguay la estrategia política tiende a consolidar un país de tránsito. De ahí el desarrollo de la infraestructura portuaria. No creamos que el producto Bruto Interno del Uruguay, el consumo, pueda absorber la cantidad inmensa de containers que aparecen en el puerto de Montevideo. Las estadísticas de transporte y movimiento de bienes en Uruguay lo confirman. Del país agroexportador, lanero, cárnico, de la etapa anterior, se ha pasado a una plaza financiera, defendida públicamente por Luis A. Lacalle y compañía: un país de tránsito. Nada nuevo.
Es necesario polemizar, exponer, argumentar ¿qué es lo que queremos hacer, qué es lo que queremos desarrollar? Como es dejar de exportar mano de obra al mundo, como lo hacen naciones del África, expoliadas, empobrecidas por las trasnacionales del petróleo, la minería, etcétera. Esta es la parte sustancial de la crisis del FA. Si no se interpreta así, no se va a entender, ni prever que, de golpe, el imperialismo intente, como va a intentar, introducir otras formas de TLC, incluso un TLC con Europa, en plena crisis recién comenzada, que golpea a Grecia, España, Portugal, Irlanda, pero que va a ser tremendamente profunda, critica, en poco tiempo. Esto es necesario discutir.
El Embajador de Brasil en Argentina en su intervención en el Seminario “El Mercosur y la Comunidad Europea”, demostró esta condición. Un buen delegado de Lula: “no tenemos que seguir hablando de la macroeconomía” afirmó. Se firman todos los acuerdos que pueden favorecer a un país, pero en las cláusulas escritas en letra chica, le agregan, por ejemplo. “si el país no tiene tal aspecto sobre los derechos humanos, o el caballo del Comisario, etc., entonces todo lo que se acordó y firmó mas arriba, no sirve para nada”. Esto es lo que pasa en Uruguay. El Embajador explicó correctamente que “ningún país entrega su mercado interno a otra nación”. La que expuso es una concepción que rompe con la estructura del sistema capitalista, va en camino del socialismo Esto da una relación de los niveles en que se va a discutir. ¿Por qué en Uruguay no se discute así? ¿Por qué cuando habla Danilo Astori, siempre lo hace mirando al Norte? Porque D. Astori responde a un sector de la clase media uruguaya, conservadora, que se puede tornar contrarrevolucionaria si no dirigimos una política hacia la integración interna donde estos sectores encuentren una función de progreso, en alianza con el resto de la población.
EDILES ELECTOS EN SALTO y SAN JOSÉ
Tenemos que analizar qué política vamos a desarrollar para la utilización correcta, participativa, de clase y revolucionaria, de las responsabilidades de nuestros compañeros como legisladores municipales en Salto y San José (2). ¿Qué vamos ha hacer, que políticas tenemos que desenvolver? Pueden venir acontecimientos muy duros en la lucha de clases, aún con la existencia de nuestro Gobierno dirigido por el compañero José Mujica. ¿Por qué analizamos que puede darse una Huelga General? Porque la política del Gobierno nacional está conduciendo a esta consecuencia, que va a conducir a confrontaciones. La crisis del capitalismo va a golpear en Uruguay. Lo otro es creer que es posible ser escuchados para que el imperialismo no aplique las reglas del sistema. No! Este les va a pasar por encima. Grecia muestra esta conclusión. En determinado momento, el capitalismo decide como sistema, no decide uno u otro personaje.
No creer que la polémica será solo con la dirección mayoritaria del Frente Amplio, o que serán ellos quienes van a decidir. Vayamos abajo, a las zonas, con la gente. Proponer abajo, que se discuta abajo: las bases tienen que saber de qué se trata. No tenemos nada que esconder. Hay que dinamizar la vida del Partido, la que siendo buena en una etapa, ahora se vuelve conservadora, tira para atrás el proceso. El Frente Amplio tiene que integrarse en esta dinámica. No son problemas parciales, es una necesidad estructural.
FRENTE ELECTORAL y POLITICO DE CLASE
El funcionamiento de la dirección exige que el sub-lema “Unidad y Pluralismo Frenteamplista” sea nacional. Ahora el frente electoral se transforma en un frente único de clase, PSU, PCU, POR, PIT-CNT, sindicatos, otras corrientes. Es esta alianza la que va a sostener la estructura social del Gobierno, porque la política que intenta llevar una parte del Gobierno del FA, en la economía, puede terminar cada vez más inclinada hacia su derechización sosteniendo la “defensa empresarial, dentro del sistema” .Toda derechización termina enfrentando a las masas. Por eso el análisis sobre la Huelga General. No significa la estemos propiciando, ni creamos que mañana va a estallar. Las masas han dado muestras de infinita paciencia, de su madurez de clase. Pero las condiciones económicas no van a ser favorables a la población. La crisis del capitalismo, en Argentina incluso, está pegando fuerte. Michele Bachelet sale a contraponerse a Sebastián Piñera por el problema de la reconstrucción de Chile luego del terremoto. No es nada simple. Alan García, que ha tenido políticas derechistas, intenta ir hacia el centro, busca ubicarse en una posición no de derecha idiota, como la que ha mantenido en alianza con los sectores exportadores mineros trasnacionales. Brasil, en la inteligente alianza con la burguesía nacional, enfrenta al imperialismo a través de los acuerdos con Irán, etcétera. Lula, en lo interno, aumenta su sostén al 84 % de la opinión.
La “masa crítica” de Uruguay va a procurar intervenir. La masa no crítica es la que más siente el golpe, siente que ha sido defraudada, golpeada, y no entiende por qué. Desde el punto de vista político no entiende por qué su dirección la ha conducido a esta condición.
En relación a las convocatorias a través del Factbook es necesario analizar que al capitalismo lanza bumerang con el objetivo de ver qué puede captar. Le preocupa mucho la juventud, porque aparece en actitud contradictoria. Hay sectores importantes de la juventud que no aparecen interviniendo. En Argentina el papel del movimiento universitario en este proceso, es cero. No entendió el proceso, no asume responsabilidad de integrarse al curso tal cual son los valores sociales que incorpora. Entonces, en las distintas Federaciones, gana la derecha. O, al revés, se van a la extrema izquierda, hacen movimientitos, de algunas decenas.
Hay que prestar atención a la aparición de movimientos sociales independientes del PIT CNT, del FA, que van a tender a organizarse, no en contra, pero sin depender exclusivamente de los límites que se imponen las direcciones. Van a salir movimientos, porque si el PIT CNT no cumple la función, como en parte lo hace, si el Gobierno nacional de Frente Amplio mantiene esta política, en medio de la crisis del sistema, inevitablemente van ha aparecer movimientos sociales. Estos no son inventos ni de Argentina, ni de Ecuador, Bolivia o Brasil. Son producto de la crisis del sistema, que al no encontrar una conducción madura, se transforman en movimientos sociales que engloban a trabajadores activos e inactivos, a desocupados. Lo mejor de su funcionamiento, es cuando la intervención se hace desde las bases. El movimiento social surge como producto de la necesidad de resolver problemas inmediatos, concretos. Como nos los puede solucionar, en el tiempo, entonces comienza la crisis retro, pueden transformase en aparatos clientelares. Empieza a aparecer lo más bajo, clientelar, corporativo.
Sectores de la población sienten que el mejoramiento que tienen en su nivel de vida es muy limitado. El capitalismo subsiste haciendo trabajar más a quienes tienen trabajo. Al contrario de lo que debería hacer: utilizar la inteligencia, la tecnología, la informática, para distribuir las horas de trabajo, con igual salario.
Proponemos, junto con la estrategia de avanzar hacia un Estado Revolucionario, el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente, para refundar el país. En Chile no se hizo la ANC y terminó triunfando Sebastián Piñera. Las mejores medidas económicas que se tomaron durante el Gobierno de Michele Bachelet, socialmente importantes, chocaron siempre con el problema constitucional, con el reparto de la renta tal como está estructurada por la Constitución chilena de la etapa pinochetista. En Argentina, sucede exactamente lo mismo. No proponemos una Constituyente para hacer la Republica Socialista Argentina. Proponemos sí que hay que rediscutir la forma de producción, redistribución, especialmente el aparato administrativo, qué función tiene, la Justicia, la Ley de Medios de Prensa. En la República Argentina, el gran combate que se está dando, a través de la ley de medios de prensa, es, en el fondo, de adónde se dirige el país. En la práctica, a través de la Ley de Medios de Prensa, se está discutiendo esto. Por eso la judicialización que han hecho de la Ley, por eso la extrema derecha sale quemando sus naves para detenerla.
Reiteramos que ingresamos en una nueva etapa en el Uruguay. Estamos enormemente contentos, como seres humanos, del gran progreso que ha significado la reciente elección departamental para nuestro Partido. Como dirían camaradas que hoy no están acá: “Posadas construyó, un señor Partido”! Las lágrimas de conmoción no son una casualidad, porque en esta lucha murieron decenas de camaradas en la lucha de clases. Dejaron de tener hijos, dejaron de vivir bien, porque había que organizar el Partido revolucionario para la reconstrucción de la sociedad en el socialismo. Somos beneficiarios, depositarios de este progreso. Los 10 mil votos nacionales al Partido Obrero Revolucionario es una muestra clara que las masas, ingresando en un estado deliberativo, con existencia de una masa critica, autocrítica, van a intervenir en la etapa abierta en el segundo Gobierno nacional del Frente Amplio. Gobierno al que sostenemos con todas nuestras fuerzas, al mismo tiempo que exigimos romper esquemas y volver a las estructuras de la organización fundacional del Frente Amplio.-
Eliseo Ramírez. 16 de mayo de 2010
(1) 25 de Mayo del 2O1O.-Una demostración, posterior a la realización de este documento, es como actuó el imaginario social en la población argentina. Para el Bicentenario se han movilizado unas 6 millones de personas, aunque lo único previo son difusos avisos del bicentenario, pero no organización política convocando a intervenir. Entonces ¿donde se genera ese “imaginario” al que hacemos referencia en el documento? En la “conciencia social” de las población, de las masas, en la lucha de clases, en el estímulo que unifica, por arriba de los extractos sociales y su interés corporativo, el sentimiento común. En síntesis, es una fase superior de la lucha diaria contra toda opresión, por la superación humana y su nivel de vida.
(2) En Salto, por la lista 393, que sostuvo la re elección del Intendente Ramón Fonticiella, resultó electo edil departamental suplente, integrando la línea de sindicalistas, nuestro compañero Artigas Villegas. Militante, ex dirigente de la Fancap en “El Espinillar”, pasa luego al MSP, activando durante una extensa etapa como dirigente de la Federación de Funcionarios de Salud Pública (FFSP-PIT CNT).- En San José, integrando la lista 90 del PSU, que postuló para Intendente municipal al profesor Julio Callorda, resultó electa edil departamental suplente nuestra compañera Olga Olmedo, militante y organizadora social y política en Ciudad del Plata.