RESOLUCIÓN DE LA 6TA CONFERENCIA DEL PVP
30 de mayo de 2010
PROPUESTAS PARA UNA TRANSFORMACION EN EL FRENTE AMPLIO
1) Un debate necesario para generar transformaciones en el Frente Amplio.
Los resultados del 9 de mayo constituyen un cuestionamiento para el Frente Amplio. Este hecho reafirma la necesidad de un debate que ya era imprescindible. No se trata de un episodio limitado al ámbito departamental sino la culminación de todo un ciclo electoral, con fenómenos que vienen de mucho más atrás.
La pérdida de intendencias claves como Salto, Paysandú, Treinta y Tres y Florida; la reducción de la votación en Montevideo y Canelones; el porcentaje importante de votos en blanco y el descenso de la movilización política frentista a niveles históricamente inéditos, son hechos relevantes que requieren un análisis serio.
La escasa movilización frenteamplista tanto en las elecciones internas como en la campaña hacia octubre y noviembre deben formar parte del análisis. Hablamos de un problema que se ha venido agravando a lo largo de varios años y que se diferencia de fluctuaciones naturales que pueden existir.
La derrota del voto rosado dejó una fuerte disconformidad entre muchos militantes con relación al rol de las dirigencias en esa contienda.
Asumamos que después de 5 años de gobierno frenteamplista, con múltiples logros, el FA no obtuvo un respaldo electoral muy superior al 50%.
Hoy el Frente debe encarar la existencia de un malestar importante en sus propias bases sociales y electorales. Debemos enfrentar asimismo que no se ha logrado ampliar dichas bases sociales de manera sustantiva. Este malestar reconoce diversas causas que no pueden soslayarse.
Son motivos muy fuertes para generar una reflexión autocrítica, que debemos encarar tanto coalición como movimiento, hacia una reformulación de las estrategias de la fuerza política.
2) Una reflexión amplia y abierta a la sociedad. La amplitud de esta reflexión es una de las condiciones para su éxito y una señal clara hacia el conjunto de la sociedad. Todos los frenteamplistas y quienes se sientan convocados a aportar deben tener formas y ámbitos donde participar. El Frente Amplio recoge las esperanzas de justicia y libertad de todo un pueblo. Es con ese pueblo que debe dialogar para encontrar las claves para sostener y profundizar los cambios. No es un problema de organismos o de estructura. La orgánica del Frente habilita a convocar asambleas amplias donde intercambiar sobre todos los temas, y recoger las múltiples miradas que integran esa base social de las transformaciones. Existe la posibilidad de convocar plebiscitos y consultas directas. Debemos asignar a las instancias orgánicas estatutarias la responsabilidad de promover este debate utilizando al máximo las posibilidades democráticas que poseen. A través de diversos medios muchos frenteamplistas ya han gestado diálogos y expresado preocupaciones, críticas, propuestas. Todas ellas deben recogerse e incorporarse activamente en un proceso que culmine en orientaciones claras resueltas por las instancias orgánicas más amplias. La realización de un Encuentro de Comités de Base y especialmente de un Congreso Extraordinario son ámbitos fundamentales para que este proceso fructifique.
3) Dos grandes preguntas ordenadoras del debate. No le sirve al Frente ni al movimiento popular, un debate desorganizado, caótico. Por eso entendemos que hay dos interrogantes ordenadoras:
¿Cuáles deben ser los ejes de acción del Frente Amplio en el próximo período? ¿Cuáles son las formas de participación de los frenteamplistas que necesitamos?
La acción política del Frente Amplio es el centro de esta reflexión. Su vínculo con la población. Su rol propio en la escena nacional. No la discusión estatutaria ni la distribución de cuotas de poder entre sectores y respecto al movimiento.
4) La acción del Frente hacia la población puede tener varios ejes. Algunos ejemplos pueden clarificar nuestra propuesta. Nuestra sociedad fue golpeada en 2010 por más de 20 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas. ¿Por qué no pensar en una campaña contra la violencia dentro de nuestras familias? El sistema educativo se apresta a incorporar a padres y alumnos en comisiones de participación por centro educativo. ¿Por qué no impulsar una campaña con la idea fuerza : Los padres y abuelos, junto con los docentes y estudiantes enseñamos y aprendemos?. Los nuevos gobiernos municipales deberán elaborar un Plan de Desarrollo Municipal con amplia participación comunitaria. ¿Por qué no impulsar una campaña estimulando el involucramiento y la consulta más amplia a la población, incluyendo aquellos aspectos donde la adopción de conductas solidarias, integradoras, cuidadosas del medio ambiente, es una clave para la calidad de vida?. El gobierno nacional está elaborando su presupuesto quinquenal ¿Porqué no generar mecanismos de consulta a la población sobre las grandes prioridades en este tema?
Hablamos de líneas de acción que pongan el énfasis en la comunicación con las uruguayas y uruguayos, en el mano a mano, en las formas múltiples de participación. Con herramientas de difusión y propaganda, pero con formas de intercambio que cuestionen lacras que seguimos teniendo, que nos cuestionen como sociedad. La política frenteamplista nunca puede acotarse a los límites entre cuatro paredes. Hoy menos que nunca.
5) La participación como estrategia: Más protagonistas sociales en las políticas públicas. La participación ciudadana más amplia es una condición indispensable de las transformaciones. Por muchas razones. Pero sobre todo para llegar al corazón de la gente. Es una estrategia de acumulación de fuerzas, para vencer las resistencias y lograr los cambios estructurales, y un camino para afianzarlos. Hace también a los contenidos de dichos cambios, que incorporarán de manera más profunda las aspiraciones de la población. Al mismo la participación es una forma de cambiar a la propia sociedad, de rescatar sus procesos integradores y desmontar los dispositivos de exclusión y desigualdad que se reproducen en su interior. Muchas veces la gestión estatal aún con gobiernos frenteamplistas excluye esa participación amplia.
El fortalecimiento de sujetos sociales que intervengan en los problemas colectivos de la población, es un proceso determinante de las relaciones de poder. Forma parte de la batalla por desarrollar valores solidarios, integradores, socializadores y afianzarlos en contraposición con una sociedad fracturada, indiferente, temerosa, corporativizada, manipulada desde el poder. Contraposición que constituye una lucha ideológica sobre el tipo de sociedad que queremos para las próximas generaciones.
Un objetivo inmediato es mejorar las condiciones de vida de los más desposeídos y cada paso en ese sentido vale la pena y justifica todos los esfuerzos. Ningún argumento finalista puede invalidarlos.
Al mismo tiempo debemos tener presente en cada acción, la estrategia de fondo del Frente Amplio, cuyo eje es la aspiración de construir un entramado social distinto, participativo, democratizador.
Para muchos militantes de izquierda, entre quienes nos incluimos, en esas líneas estratégicas están nuestras convicciones socialistas.
6) Nuevas relaciones de poder en un país productivo con justicia social. La experiencia histórica demuestra que los ciclos económicos de este modelo de capitalismo dependiente han generado períodos de crecimiento económico y luego profundas crisis. En alguno de los periodos de crecimiento se ha incrementado el ingreso de los sectores populares, y luego las crisis han producido retrocesos de enorme magnitud, con efectos de empobrecimiento y desarticulación social que permanecen durante mucho tiempo. La crisis internacional del 2008-2009 es una excepción histórica a esta regla impuesta. Por primera vez la ocupación, el salario, o las jubilaciones no fueron las variables de ajuste, y pudo continuar descendiendo el desempleo, incrementando el salario real y las pasividades.
En la base de estos procesos están las relaciones de poder entre las distintas clases y fuerzas sociales. Por eso un objetivo central es construir un sistema democrático donde el bloque en el poder tenga una conformación sustancialmente distinta, donde las mayorías populares puedan avanzar en objetivos de justicia social y democratización. Coherente con un modelo de país que apueste al desarrollo en forma integral y sustentable.
La fuerza política Frente Amplio tiene un papel clave en el análisis de este proyecto de país productivo con justicia social y en el compromiso con su concreción.
7) Reformulación de la política como campo de prácticas ciudadanas. El Frente Amplio emprendió cambios en la salud con el SNIS, en el sistema impositivo a través de la Reforma tributaria, en las relaciones laborales con la negociación tripartita. El Plan de Equidad apunta a ser una nueva etapa hacia un Sistema de Protección Social permanente, superando la respuesta a la emergencia social.
Estamos en una nueva etapa. La conformación de la sociedad ha ido cambiando. Las formas de comunicación son distintas y siguen cambiando con gran velocidad. La globalización mediática y cultural forma parte insoslayable de la realidad actual, pero no es un mero dato, sino una relación de fuerzas con procesos contradictorios. Políticas como el Plan Ceibal han democratizado el acceso a internet y la utilización de medios informáticos de comunicación, de estudio, de información, de procesamiento de textos, de diseño, etc. Otras iniciativas como el Plan Cardales apuntan a generalizar aún más el acceso a esta tecnología para toda la población aún la más carenciada.
Hemos dado pasos en la democratización de espacios institucionales importantes, pero en muchos otros todavía tenemos grandes tareas pendientes.
Es hora de encarar la reformulación de la política como elemento sustancial del modelo de país que la izquierda levanta.
8) La forma de hacer política no ha sufrido grandes cambios. Vivimos una política envejecida donde cuesta innovar, tomar iniciativas , construir nuevos puentes y formas de participación.
Las desigualdades generacionales, de género y de raza siguen reproduciéndose. No se incorporan nuevos códigos, y sobre todo no se generan nuevas posibilidades para que construir otras formas de comunicación emancipadora, participativa.
La conformación masculina y avejentada de los elencos políticos sigue caracterizando las instancias de gobierno, los ámbitos legislativos, y las conducciones partidarias.
La política nacional no está, ni debe estar, reducida a los partidos políticos, aunque éstos tienen un papel clave e insustituible. No puede limitarse a los períodos electorales y luego entre una y otra elección circunscribirse al funcionamiento del aparato del Estado en manos de los representantes electos o designados solo por los partidos. Ese modelo de sistema político reproduce la marginación de las grandes mayorías populares del quehacer político.
9) El rol del Frente Amplio en la política uruguaya. El Frente Amplio transformó profundamente la política uruguaya. Fue construido en tiempos políticos duros, en pleno proceso de avance autoritario, sobrevivió a una sistemática represión que procuró hacerlo desaparecer. En lugar de desarticularse como otras muchas experiencias latinoamericanas, el Frente Amplio construyó un arraigo popular duradero y una identidad política propia, mayor a cada una de las corrientes o partidos que lo integran. Reconquistada la democracia fue incrementando su respaldo popular en cada instancia electoral.
Los comités de base fueron parte esencial de esta historia. El movimiento fue un componente constituyente de esta fuerza política, equilibró a la coalición y fue un factor de unidad del conjunto. Hicieron posible una organización común en cada barrio o localidad. Una práctica política organizada desde la gente en cada territorio.
La identidad de una fuerza como el Frente Amplio tiene sus raíces en la historia de las luchas, en los hombres y mujeres que dieron su vida para cambiar al país. Está cargada de dolores y alegrías, se expresa en figuras emblemáticas, y en la entrega de miles de obreros y estudiantes que resistieron el terrorismo de Estado. Hay que rescatar esa memoria, cuidarla, integrarla, desarrollarla social y culturalmente entre la población.
10) La acción política permanente y organizada desde los barrios. La continuidad de la lucha política, más allá de las coyunturas electorales, y su organización territorial, generaron un instrumento poderoso. Para los sectores populares significó la unidad construida desde muy diversos cauces. Esta herramienta política contribuyó decisivamente a construir liderazgos comunes que se proyectaron a nivel nacional. Desde este soporte organizativo y político se desarrollaron grandes movilizaciones populares. La movilización política fue durante muchos años la principal arma en manos de la izquierda. El arraigo en la juventud aseguró un crecimiento vegetativo pero sobre todo una vitalidad, un entusiasmo y una capacidad de respuesta que fueron una gran fortaleza del Frente.
11) ¿Qué hay que cambiar en el Frente Amplio? En nuestra concepción hay cuestiones que hacen a la estrategia del Frente como fuerza política, a su rol en la sociedad, al tipo de prácticas políticas a promover, y cuestiones que refieren a las formas de organización, de funcionamiento y de democracia interna. Estos temas involucran al conjunto de la fuerza política desde sus bases hasta su conducción y especialmente a ésta última por las responsabilidades que tiene. Los debates sobre estos puntos no son nuevos. Han atravesado la fuerza política desde hace años. Documentos importantes como el de relacionamiento entre fuerza política, gobierno y fuerzas sociales, reflejaron momentos de esta discusión. Hoy existe consenso –o casi– en la necesidad de fortalecer el rol de la fuerza política en la escena nacional en el próximo período. Sobre cómo hacerlo, cuales son los cambios a impulsar, hay diferentes concepciones y ese debate es de la mayor importancia para el Frente. Lo que todos percibimos es que el debilitamiento de la fuerza política, su marginación y desmovilización es una estrategia suicida. La escasa movilización frenteamplista hacia las elecciones internas y más aún en las departamentales, y en contraposición la energía desplegada por los partidos tradicionales, fueron una señal de alerta. Desde la izquierda fue la campaña por la anulación de la ley de caducidad quién generó una movilización masiva de jóvenes, que llenaron de rosado la ciudad. Desmintieron así las teorías sobre el agotamiento de los grandes temas éticos en las nuevas generaciones y la instauración definitiva de una época de motivaciones minimalistas o individualistas. La subestimación de los temas ideológicos y la apelación sistemática al pragmatismo, no es la adaptación de la política a la modernidad sino un sesgo particular que debilita la acción política de masas. La responsabilidad de la conducción política sobre la desmovilización aparece más clara. Sin desconocer los cambios culturales, comunicacionales, sociales. Antes al contrario colocando en el centro de la consideración la marginación política de los jóvenes, la falta de iniciativas y propuestas convocantes, la ausencia de creatividad en los medios, el achatamiento de los espacios políticos.
Cuando la política aparece centrada en la administración del Estado su capacidad de entusiasmar y comprometer se reduce cada vez más.
12) Frente Amplio y gobierno: un vínculo a transformar. Está en cuestión el modelo de vinculación entre la fuerza política y el gobierno que se impuso desde hace años: la idea de una fuerza política prescindible que no juega un rol protagónico propio. Está implícita aquí una concepción donde el actor de los cambios es el gobierno. La política se reduce a apoyar lo que hace el gobierno. O por el contrario a fiscalizarlo. Sin duda, es necesario que la fuerza política pueda discutir las grandes opciones, las encrucijadas, los lineamientos fundamentales de la acción del gobierno. Eso ha faltado en este período y cuando se dio fue por exigencia de los comités de base y coordinadoras. Pero tampoco es posible y conveniente que el “partido” interfiera con la labor de gobierno, ambas instancias fuerza política y gobierno tienen roles y tiempos diferentes. Lo que falta claramente es una concepción que parta del rol propio de la fuerza política y que imprima dinamismo e iniciativa a su acción hacia la población.
¿Qué campaña impulsó la conducción del FA en los últimos cinco años? ¿En torno a qué banderas éticas, sociales, culturales o políticas convocó a los frenteamplistas para movilizarse, para llegar a la población y ganarla para un rol ciudadano activo? ¿Cómo encaró el problema del vaciamiento de los comités de base, sin desestimar a los miles de militantes que sostienen su funcionamiento? ¿Qué formas nuevas de comunicación y participación se abrieron? ¿Cómo se buscó generar espacios a los jóvenes para dinamizar la participación política en la sociedad?
13) Banderazos, redes y partidos. La movilización en torno a la bandera del Frente fue un elemento central de la reciente campaña electoral. La apelación a un símbolo común, a la adhesión emotiva, a la identidad frenteamplista, fue la convocatoria más eficaz. También se produjo el hecho de que esa movilización fue una iniciativa gestada desde ámbitos no formales, independientes de la orgánica común o sectorial. La creación de redes con sustento en amplios vínculos a través de mecanismos informáticos es un hecho muy positivo, que muestra la necesidad de abrir canales diversos de información, de intercambio, de convocatoria. Ponen sobre la mesa una cuestión que ya es insoslayable: la necesidad de innovar y diversificar la comunicación y la participación. Sería un grave error contraponerlos a la militancia en los comités de base. También lo sería considerarlos un peligro para la estructura orgánica, y desvalorizar el potencial que expresan estas nuevas formas de vinculación y accionar . Por el contrario constituyen una experiencia interesante para integrar en este debate que nos debemos como izquierda.
14) Los comités de base y las coordinadoras como columna fundamental. Los miles de militantes que han sostenido el funcionamiento de comités, coordinadoras y departamentales, son una columna fundamental para una perspectiva movilizadora en el Frente. La existencia de reuniones, asambleas, charlas y debates siguen siendo herramientas útiles para la consideración de los temas políticos y también para promover iniciativas hacia la población. Para ello es preciso desterrar el internismo que restringe entre cuatro paredes los vínculos con la gente. Exigir información y debate es imprescindible para la democracia interna, y para hacer política hacia afuera. La dinámica de funcionamiento que se ordena en forma vertical por sucesivos informes “que bajan” desde los organismos de dirección, donde los temas estratégicos se mezclan con cuestiones puntuales, conlleva implícitamente un rol receptor, pasivo de las instancias orgánicas.
Otras preguntas pueden ser ordenadoras del funcionamiento:
¿Cuál es la acción política que nos planteamos? ¿Qué información y qué medios de difusión requerimos para desarrollarla? ¿Cómo escuchamos, involucramos y movilizamos a sectores cada vez más amplios?
15) La democracia interna de la fuerza política. No hay forma de construir un Frente Amplio fuerte, protagonista activo de la escena nacional, sin una democracia interna que incluya al conjunto de sus adherentes. No se puede esperar que los frenteamplistas vayan a responder cuando se los convoque, si los temas políticos estratégicos fueron decididos sin su información y participación. Son de recibo las preocupaciones de asegurar la gobernabilidad, en una situación interna que se polarizó en cierto momento en dos grandes corrientes. Pero sería un grave error sustituir la discusión amplia de los temas dentro de la fuerza política por acuerdos entre dos sectores. La polarización no es de tal magnitud, y nunca debe perderse de vista que la gran mayoría de los frenteamplistas no funcionan sectorizadamente. Los acuerdos y los equilibrios, la unidad y la acción del Frente se construyen de forma más compleja, con una actitud abierta a los debates dentro de la orgánica frenteamplista.
Explicar, discutir, escuchar, acordar y movilizar, esos son los verbos que tenemos que poner en práctica. Y van juntos, se necesitan mutuamente. No funciona el ordeno y mando. Es preciso fortalecer la orgánica, innovando, con creatividad e iniciativa, abriendo espacios para que se construyan nuevas formas de accionar político, recogiendo e interactuando con el sentir popular. La pluralidad de puntos de vista y la unidad de acción solo se compatibilizan con la democracia interna y la fortaleza orgánica. Ambos aspectos resultan esenciales.
16) Retomemos las banderas de la ética en la política. La política frenteamplista debe profundizar su anclaje fuerte en la ética. Como dimensión colectiva que pone los principios y el servicio a la población como causa y motivo permanente del accionar político. Como dimensión individual donde los frenteamplistas y con mucho mas razón quienes los representan deben ceñirse a principios éticos muy claros. Recomponer la Comisión de Etica, fortalecerla, difundir cuales son los principios del Frente en este plano, es una forma de encarar las normas de conducta política, cada vez más necesaria cuando más incidencia tenemos en el Estado. La fuerza política se debe a sí misma la afirmación de normas claras y formas de contralor. El Frente Amplio tiene una historia en este plano, tiene figuras emblemáticas, hombres y mujeres que contribuyeron a crear la mística frenteamplista. Ha sido una seña de identidad de esta fuerza política. Aceptaríamos una gravísima derrota si dejamos que se siga perdiendo.
17) Las diversas formas de participación política. No podemos plantearnos un único modelo de participación política. La militancia que se expresa en vínculos orgánicos fuertes, regulares, con debates democráticos y resoluciones orgánicas, con un accionar coherente a dichas resoluciones, sigue siendo para nosotros una concepción imprescindible. Pero no la única válida. Las relaciones de las personas con las cuestiones políticas son múltiples. Si queremos construir un protagonismo popular amplio son necesarias diversas formas de participación política, igualmente válidas y legítimas. Está claro que ha habido un descenso de la militancia tanto en comités de base como en los sectores políticos. Es un fenómeno donde inciden elementos estructurales de la vida social, componentes culturales e ideológicos, los mecanismos de fragmentación social, nuevas formas de comunicación y expresión, y también estrategias políticas hegemónicas. No es un fenómeno nuevo, ni es una situación congelada, siempre han existido períodos de auge y de reflujo en la movilización de masas. Pero en lugar de resignarse o incluso teorizar sobre la superación de la militancia por las relaciones – esas sí recontra-tradicionales– entre representantes y representados, por los medios de comunicación masiva, para la izquierda se trata de desarrollar una estrategia global de movilización, con iniciativas claras y herramientas innovadoras.
La magnitud de los desafíos políticos actuales exige una transformación del Frente Amplio que potencie su rol como motor y sostén de los cambios programáticos. La política de vivienda, por ejemplo, incluyendo las respuestas a las situaciones más críticas, puede ser un campo donde la participación comunitaria juegue un rol importante. Existen experiencias históricas que apuntan en tal sentido. La credibilidad y el apoyo que obtengan depende de cómo se diseñe y se instrumente, de los recursos que se le asignen. Otros campos como la salud y la educación son espacios privilegiados donde construir dinámicas de involucramiento de la población, para atacar los graves problemas sociales y ambientales que seguimos teniendo. Esa es la médula del nuevo modelo de atención a la salud que promueve el SNIS. Y la apuesta del país a la educación requiere un nuevo modelo pedagógico donde los alumnos, la familia y la comunidad y los docentes tengan un protagonismo distinto. Nada de eso se gesta espontáneamente.
Apoyar y estimular la participación social en las políticas públicas, es una tarea de primer orden, que supone enfrentar los obstáculos que esta sociedad pone a los sectores populares. La fuerza política puede ser una promotora de la participación ciudadana, una gran facilitadora de la democratización en las relaciones sociales y las políticas públicas.
18) Una estrategia clara para rescatar la política, reivindicarla y transformarla. Lo primero es el debate sobre la estrategia a llevar adelante. Por lo tanto clarificar los objetivos generales para esta etapa y los lineamientos para alcanzarlos. Acordar una conducción que se comprometa con esas líneas de acción. Establecer Planes de trabajo que constituyan compromisos colectivos. Reformular el vínculo entre la fuerza política y los gobiernos tanto a nivel nacional como departamental y municipal.
Una de las grandes catástrofes que ha tenido la izquierda a lo largo de la historia ha sido la dependencia de la fuerza política respecto del Estado. La estatización de la fuerza política pone en riesgo su vida interna, su arraigo popular y su militancia. El “partido” no puede ser el side-car del Estado, tiene que jugar un rol diferente, tiene que jugar en la sociedad. Debe ser una instancia permanente de reflexión y de acción hacia la comunidad. Capaz de hacer autocríticas y de revisar su propia estructura y sus prácticas. Una política organizada en cada barrio o pueblo, cuyas prácticas no se limitan a la gestión estatal, implica una subversión de la política tradicional.
Entender las propuestas programáticas como motivo de una acción política de masas y no solo como tarea de gobierno es un cambio de perspectiva respecto a la fuerza política y al gobierno.
Uruguay vive una nueva etapa signada por potencialidades de cambios.
Basta comparar la situación del país y su gente a comienzos del año 2005 y en la actualidad, para percibir que se avanzó mucho en múltiples áreas. Lo cual es una plataforma para avanzar mucho más. Desde una perspectiva de izquierda resalta el hecho de que falta mucho para avanzar y para consolidar los pasos dados.
Crear nuevas estructuras sociales más justas y democráticas requiere una fuerte decisión política desde el gobierno o mejor dicho desde los gobiernos. Pero estos procesos no se limitan al accionar de gobierno, no son solo políticas institucionales. Se necesitan múltiples sujetos sociales y políticos.
El proyecto de país de la izquierda necesita rescatar la política, reivindicarla y transformarla.
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