El Comité Allende-Cavani recuerda a las víctimas de linchamiento durante los últimos 25 años.
Todo tiene un comienzo y en este caso el más lejano antecedente es el linchamiento de Sr. Elizalde durante el fin del Gobierno Municipal (1985-1989). Antes había sufrido igual proceso sumario en el Parlamento el Senador Germán Araujo, luego se instaló el caso del contador Braga, linchado y muerto de la peor de las maneras; también le llegó la hora a Nicolini, más recientemente el Dr. Gonzalo Fernández y ahora, en pleno ascenso hacia el depeñadero el Senador Nin Novoa.
Quién empezó primero este capítulo de la “Justicia Infinita” puede resultar estéril determinarlo, pero no cabe duda que el método de amplificación, difusión, multiplicación son los medios de comunicación en general, prensa oral y escrita, sin excepciones. Hay un actor notable, desprestigiado y excluido del sistema como el diputado Lara que hizo profesión del vilipendio, la intriga, la maledicencia. Pero no es el único, es el que está orgulloso de la profesión, los demás, como el caso de Ronzoni entonan la gola, se inspiran y elaboran una prosa leguleya que los deja solos en el púlpito mientras se desangran a puro verso.
Se trata de la violencia mediática ejercida impunemente desde posiciones de poder, donde la prensa juega el papel determinante. Lo que en la órbita judicial no tiene pronto desenlace pasa automáticamente a la órbita periodística para el pronto diligenciamiento a través de personeros de toda laya.
Hoy presenciamos día a día el paulatino linchamiento del ex Intendente blanco, Rodolfo Nin, a manos de una sórdida columna que aspira a verlo muerto.
Detener los linchamientos es la consigna, la justicia y la democracia es la que respeta al pueblo y que el propio pueblo acepta. Los intermediarios parajudiciales deben someterse a la justicia penal no tanto por difamar como por el ejercicio ilegal del Derecho.
El Derecho está solo, no permitamos que la versión maquiavélica de nuestros derechos sea manipulada por el comercio noticioso.
Daymán Cabrera
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